Sala de Prensa

11/09/2015

Columna de opinión:

La paz se construye sobre la justicia

El siguiente artículo, escrito por Fernando Acuña, fue publicado por el Diario de Aysén.

Fernando Acuña Gutiérrez: "Nuestra sociedad está convaleciente sin que, pasados cuarenta y dos años, haya dado con la receta de paz y tranquilidad".

Fernando Acuña Gutiérrez: "Nuestra sociedad está convaleciente sin que, pasados cuarenta y dos años, haya dado con la receta de paz y tranquilidad".

Por Fernando Acuña G.,
Defensor Regional de Aysén.

Muchos de nosotros recordamos esa mañana triste en que nuestra patria fue quebrada. Jamás olvidaré cuando las culatas golpearon la puerta de nuestra casa para llevarse “a trabajar” a mi padre. Él volvió, pero quedaron los tiros en la noche, los campos de prisioneros y el miedo, siempre el miedo.

Doquiera que veamos hay huellas de dolor y odio, sin que hasta el momento se haya resuelto. Hay personas que buscan todavía a los suyos y otros que esperan resultados de investigaciones y procesos que han demorado decenas de años.

Nuestra sociedad está convaleciente sin que, pasados cuarenta y dos años, haya dado con la receta de paz y tranquilidad.

Cada vez que se rompe el derecho, las reglas del juego, a pequeña o gran escala, se produce una fisura. Misma que, como un volcán, vomita su violencia y desorden de cuando en cuando.

A otra escala, caminando por las calles de Santiago, he sentido también el miedo colectivo al otro, a ser asaltado, objeto de un delito violento. La sensación imperante de tener siempre un enemigo al acecho.

Preocupa, especialmente en este mes en que rescatamos lo que tenemos en común,  proyectando nuestros anhelos de criar a nuestros hijos en un país y región, en felicidad, libertad y tranquilidad.

El capítulo 32 del Libro de Isaías da la clave en voz profética para resolver estos asuntos: “Y el efecto de la justicia será paz; y la labor de justicia, reposo y seguridad para siempre”.

El mensaje del libro nos obliga a los operadores de la justicia, fiscales, policías, jueces y defensores a dar lo máximo de nosotros para trabajar por la justicia, única manera de lograr la verdadera paz, reposo y seguridad para siempre.

Cuando uno de nosotros no da lo máximo, cuando se castiga un inocente, no se captura al culpable, no se repara a la víctima, le fallamos a nuestro sistema, pero también al país.

Naturalmente, la tarea estaría condenada al fracaso si sólo estuviera encargada a los abogados. Nosotros siempre llegamos en el último lugar. Es tarea de todos, de los que crían, los que educan, los que trabajamos en la tierra, en el mar, los pueblos y ciudades.

Así, a pesar de todo, despertamos esta primavera viviendo en la esperanza que cantaremos como en el salmo 85: La misericordia y la verdad se han encontrado, la justicia y la paz se han besado”.

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