Sala de Prensa

08/01/2009

Tribunales de drogas

Columna de Eduardo Morales, Defensor Regional de Valparaíso, publicada en El Mercurio de Valparaíso.

El programa denominado Tribunales de Drogas, que hoy se inicia en Viña del Mar y que promueve el CONACE a lo largo del país, surgió como plan piloto en Valparaíso el año 2004, impulsado por la Defensoría Penal Pública, el Presidente de la Corte de Apelaciones y el Ministerio Público. Contó desde el comienzo con el apoyo técnico de la Embajada de los Estados Unidos y de la Fundación Paz Ciudadana.  

La iniciativa consiste en la sujeción de quien ha cometido un delito motivado o impulsado por su condición de dependiente de las drogas a un tratamiento voluntario pero controlado judicialmente. Si durante el plazo que el tribunal estipula el imputado cumple con el tratamiento y no vuelve a delinquir, se le releva de cumplir la pena. Si por el contrario comete una nueva falta, se le juzga y castiga como si el procedimiento nunca se hubiese suspendido.

La idea matriz del programa es erradicar definitivamente la causa del delito en este grupo de personas. La experiencia comparada ha demostrado que se trata es una fórmula eficaz para reducir la reincidencia y aumentar los niveles de seguridad en la población. Los beneficios que produce la reinserción social de las personas atendidas son inmensos y los recursos invertidos son sustancialmente inferiores a los costos de la aplicación de la pena.

No obstante, el programa se inició en Chile con desconfianzas y restricciones. Se aplica sólo con respecto a la comisión de delitos de baja entidad y se excluye a las personas reincidentes, en tanto que en otros países procede frente a cualquier tipo de delitos, salvo los de sangre y no se excluye a quienes han delinquido más de una vez pues sólo en un reincidente es posible determinar a ciencia cierta que su conducta no es ocasional sino motivada por la adicción a las drogas.

La Defensoría Penal Pública promovió el programa piloto en Valparaíso, pese a sus limitaciones, en el entendido que ellas eran inevitables en el inicio, pero confiando que cederían cuando se comprobaran los resultados.  Lamentablemente, tras cuatro años esto no ha ocurrido, no obstante los casos exitosos de  rehabilitación y la extensión del programa al resto del país.

Por el contrario, a las limitaciones originales se agrega el riesgo de otras nuevas, como por ejemplo  la de sancionar la recaída en el consumo dentro del tratamiento con la exclusión del programa, como si un adicto pudiera vencer su dependencia sólo con un acto de voluntad.

Es de esperar que esta iniciativa con vasta trayectoria en el mundo, que ahora se replica en Viña del Mar y en otras ciudades del Chile, continúe madurando. Los defensores seguiremos apoyándola desde nuestro rol específico que consiste, en primer término, en asegurar que quienes se incorporen al programa lo hagan voluntariamente y con pleno conocimiento de sus derechos.

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