Sala de Prensa

22/04/2009

Transparencia y publicidad de la función pública

Columna de Ignacio Barrientos Pardo, Asesor Jurídico Defensoría Regional II Región, publicada en El Mercurio de Antofagasta.

Uno de los principios fundamentales del Estado constitucional y democrático es la publicidad. El gobierno democrático se caracteriza porque todas las actividades de los gobernantes deben ser conocidas por el pueblo soberano.

La publicidad en la actuación de los órganos del Estado es la regla y el secreto es la excepción. Y esta excepción debe estar debidamente justificada y limitada en el tiempo. Por ello, no hay que olvidar que el secreto es (a) un instrumento de poder que afecta a las personas y a sus posibilidades de controlar el ejercicio de ese poder y que (b) es admisible sólo cuando garantiza un interés protegido por la Constitución sin afectar otros intereses igualmente garantizados.

Sin duda, la transparencia y publicidad de la función estatal se relaciona con la mayor confianza que los ciudadanos depositan en los órganos del Estado, lo que constituye una condición esencial para el buen funcionamiento de la sociedad, y ello por una razón básica: nuestras expectativas, como ciudadanos, están vinculadas a las conductas de quienes trabajan en esos órganos y a los resultados de su actuación.

En 2005, el principio de publicidad adquirió rango constitucional, contemplando que la reserva o secreto solamente podía ser declarado por  una ley con un quórum mayor al requerido para otras materias y siempre que la publicidad afectase el cumplimiento de las funciones administrativas, los derechos de las personas, la seguridad de la Nación o el interés nacional.

Ayer, entró en vigencia la Ley de Acceso a la Información Pública, más conocida como Ley de Transparencia, que pretende asegurar que contemos con la posibilidad de efectuar un control informado y responsable de los actos de los agentes y órganos estatales. 

Se trata de un nuevo cambio en los paradigmas de funcionamiento del Estado, que hay que celebrar y esperar que destierre rápidamente el secretismo.

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