Sala de Prensa

09/06/2009

Crisis carcelaria

Columna de Ignacio Barrientos Pardo, Asesor Jurídico de la Defensoría Regional de Antofagasta.

Desde hace algunos días hay quienes, por un lado, afirman la existencia de una crisis en las cárceles chilenas, refiriéndose a la situación de presos y condenados como trato cruel, inhumano y degradante y, por otro, quienes la niegan destacando avances y esfuerzos para mejorar las condiciones de reclusión.

Es hora que la ciudadanía se forme una opinión por sí misma de la realidad carcelaria y de sus causas. El hacinamiento, las deplorables condiciones de higiene, los altos índices de violencia son datos de dicha realidad que no se borran con declaraciones públicas.

No es mi intención buscar culpables, ni sostener concretas responsabilidades gubernamentales, sino más bien detectar alguna razón por la que esta situación no inquieta ni preocupa a la opinión pública. ¿Qué hay detrás de esta actitud colectiva? La razón de fondo es que se olvida, o tal vez peor, se descarta, que detrás de quien roba, viola, mata o abusa de otro hay un ser humano, que merece seguir siendo tratado como tal. Esa actitud no es culpa necesariamente de un gobierno, sino también de la sociedad.

Si concebimos las cárceles como vertederos de humanos poco o nada haremos por quienes las habitan, pues la preocupación será que se construyan lo más lejos posible de nuestras casas, que nadie pueda evadirse, etc.

No es bueno que se niegue, pese a la evidencia, que las cosas están mal y van para peor, y tampoco es bueno que los medios de comunicación propicien mensajes que provoquen odio hacia los autores de delitos. 

¿Cuánto de la indiferencia social respecto de la situación carcelaria hunde sus raíces en la lucha antidelincuencia? ¿Por qué a los ciudadanos honrados debería importarles financiar proyectos para atender a quienes no han vacilado en dañarlos, invadir sus casas, robarles sus bienes? La indiferencia es un efecto directo de la guerra contra los delincuentes, esos enemigos que no tenemos el deber moral de tratar humanamente. 

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