Sala de Prensa

16/06/2009

Justicia mediática

Columna de Eduardo Morales, Defensor Regional de Valparaíso, publicada en El Mercurio de Valparaíso.

El programa “Contacto”, de Canal 13, exhibido el martes 9 de junio,  ha impactado al país.  En él se denunció que policías de nuestro puerto habrían tenido sexo con niñas prostitutas, aparentemente a cambio de protección para el rufián o proxeneta que las explotaba, quien en todo caso cumple una condena de ocho años de cárcel,  precisamente por promover la prostitución de menores.

La exhibición del programa ha bastado para condenar públicamente a los policías, de manera que  sólo cabe esperar a su respecto un pronto y ejemplar castigo. Eso es, al menos, lo que espera el gran público. Nadie ha cuestionado la veracidad de los reconocimientos realizados por las afectadas, no hay explicación para la presencia de policías en el interior de un lenocinio, comprobada con una fotografía y tampoco hay justificación para la demora con que se viene investigando este caso que fue denunciado en 2007, sobre todo si se  compara con la eficacia del  reportaje. 

Sin embargo, antes de juzgar en necesario distinguir entre la verdad periodística y la verdad  judicial. La prensa tiene fines, medios y estándares diferentes a los de la justicia penal y es un error grave confundirlos.

Para la justicia,  un testimonio sólo adquiere valor si la parte a la que perjudica ha tenido también la oportunidad de preguntar y de averiguar, por ejemplo, cuál es la fuente del conocimiento del testigo, si ha sido inducido por otros o por las circunstancias y cuáles son sus motivaciones. Para la justicia no debería bastar, como sí puede ser suficiente en el marco de  un reportaje televisivo, mostrar sólo una parte de las declaraciones formuladas, sin exhibir lo que se preguntó y el contexto en el que se hizo la pregunta.

Obviamente un cabaret no es un lugar adecuado para la presencia de  funcionarios policiales, pero hay casos en los que puede estar justificada. Esa justificación, por cierto, importará más a juez que al periodista.

Preocupa que, sin advertirlo, no distingamos los estándares que se exige a los jueces de los que se demanda a un medio de comunicación, pues  están concebidos para cosas diferentes.  La prensa  tiene un enorme valor como medio de control ciudadano  -sin prensa libre no hay democracia- pero también hay que dar una oportunidad para que la justicia penal investigue con sus propios plazos, medios de prueba y garantías. Y con la prudencia que el Estado de Derecho asegura a todos, para no cometer errores que pueden dañar irreparablemente a las personas y a las instituciones.

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