Sala de Prensa

09/07/2009

Sin Defensa No Hay Justicia

Columna de la Defensora Nacional, Paula Vial Reynal, publicada el jueves 9 de julio en "The Clinic"

Rosa Farías es una mujer como usted o como yo. Rosa Farías fue acusada, sin embargo, de liderar una banda que asaltaba casas del sector oriente. Rosa Farías fue objeto de un error garrafal y una imputación injusta, por un delito que ella no cometió. Tal vez la recuerde. Un error de la Fiscalía dejó en prisión a esta joven mujer, con seis meses de embarazo, por un reconocimiento errado. Y podría haber sido usted. O yo. Las historias de gente como Rosa, que exponen los peores errores del sistema de persecución penal, no son excepcionales y constituyen el espacio de corrección que el proceso necesita actualizar permanentemente para su perfeccionamiento continuo. El sistema procesal penal tiene actores y protagonistas que hacen realidad sus principios de oralidad, transparencia y contradictoriedad, que en un juego de equilibrios y de igualdad de armas contribuyen al ejercicio de la justicia criminal. El Ministerio Público investiga, persigue los delitos y sus responsabilidades y responsables y acusa. La Defensa asegura los derechos de quienes son perseguidos penalmente, actuando como una coraza en la protección de los derechos y garantías de todos los ciudadanos que alguna vez pueden verse expuestos a esta persecución. Los tribunales deciden, escuchando a unos y otros, los asuntos que se someten a su dictamen.  El equilibrio no es sencillo. Delante del poderoso Ministerio Público, que concentra el poder coercitivo y de persecución del Estado, haciendo realidad la necesidad de nuestra sociedad de asegurar la paz social, se instala una persona que en solitario debe hacerles frente. Asegurar a Rosa o cualquiera como ella que no será objeto de arbitrariedad por esta disparidad de fuerzas, que sus derechos serán respetados y protegidos, que se encarnarán en el juicio en su contra todos los principios que adornan el proceso es tarea de la defensa, como escudo protector. Y para asegurar la igualdad de armas resulta fundamental que la Defensoría Penal Pública cuente con el mismo estatus de la contraparte, gozando de la plena autonomía institucional. Cada inocente que es perseguido injustamente, sometido a privación de libertad exagerada o indebidamente justifica la necesidad democrática de la defensa y la Defensoría. Así como cada uno de quienes son perseguidos adecuadamente pero requieren de certezas de respeto e igualdad. Una defensa activa y de calidad no es sinónimo de delincuentes mejor cuidados. Una defensa activa y de calidad es la seguridad de que la señora Rosa no será objeto de abusos o errores por parte de las policías o el Ministerio Público. Es la seguridad de que no será abusada por titulares amarillistas que la sindicarán como culpable sin juicio ni evidencias. Es la certeza de que no será usada emblemáticamente por políticos en campaña que dirán lo que la ciudadanía parece querer oír. Es sinónimo de respeto por su dignidad de persona. No es fácil el ejercicio de empatía con los “delincuentes”. ¿Quién se vislumbra a sí mismo en ese espacio? Somos víctimas y queremos que los malhechores paguen por sus delitos y se sequen en las cárceles. Hasta que somos nosotros quienes, por azar, error o cualquier otra causa, nos encontramos en la posición del perseguido. Sin defensa no hay justicia. La justicia se construye gracias a la defensa, ¿no es cierto señora Rosa?

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