Sala de Prensa

21/07/2009

¿Quiénes cometen delitos?

Columna del Defensor Regional de Aysén, Juan Carlos Rebolledo, publicada hoy en el Diario Aysén.

 

Hace unos días nos impactó la noticia de que un joven de 18 años, Sergio Aguayo, había sido asesinado en la comuna de Las Condes, en Santiago. Pero este fin de semana nos sorprendimos aún más al constatar que quien lo habría atacado, causándole la muerte, es un menor de sólo 15 años de edad.

A raíz de los últimos acontecimientos, hemos escuchado a diversas personas destacar con asombro en los medios de comunicación, no sólo la edad del imputado sino el que se trate de un joven, en apariencia, “común y corriente, de buena familia, de recursos (vivía en la comuna de Vitacura) y no de un delincuente”.

Esta última consideración llama la atención porque expresa, de manera clara, los prejuicios más arraigados en nuestro inconsciente colectivo: que quienes cometen delitos son personas en situación de vulnerabilidad social.

Si bien es cierto que la baja escolaridad, la falta de oportunidades para optar a una vida mejor, las carencias económicas  y afectivas, entre otros factores, pueden propiciar las conductas delictivas; no podemos decir que condicionen sin remedio a la mayoría de las personas en situación económica y social vulnerable. De hecho, hay miles de familias en nuestro país que con mucho esfuerzo viven y, en algunos casos, sobreviven, respetando las leyes y normas que rigen nuestra convivencia.

La comisión de delitos es transversal a las condiciones sociales, es así como existen jóvenes y adultos que sin tener mayores necesidades, al menos en apariencia, terminan cometiendo delitos. Este es el caso del joven imputado por la muerte de Sergio Aguayo, o el caso de Arón Vásquez, joven que fue condenado por el homicidio de un ciclista, ocurrido en Santiago en octubre de 2006.

Sobre todo en el caso de los jóvenes, pareciera que más allá de las condiciones económicas en que vivan, importa más el rol de los padres en su formación, no sólo educacional sino valórica. Si queremos construir una sociedad mejor, respetuosa de los derechos de las personas, con mayor seguridad y mejores estándares de convivencia, debemos dejar atrás los prejuicios que nos ciegan y nos impiden ver las soluciones.

Es hora que nos preocupemos por los ejemplos y formación que estamos dando a nuestros niños y jóvenes. Asumiendo nuestras responsabilidades como padres y adultos responsables  podremos impedir que situaciones tan lamentables como la muerte de un joven o el encarcelamiento de un adolescente, vuelvan a ocurrir.

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