Sala de Prensa

09/12/2009

La cruda realidad de Alto Bonito: el drama de ser madres tras las rejas (*)

Las internas pueden tener a sus hijos de hasta dos años en la sala cuna y jardín infantil "Gotitas de Amor" que existe al interior del penal y que fue implementado por Gendarmería hace dos años. Una historia de amor y superación.

(*) El reportaje que reproducimos a continuación fue publicado recientemente en el diario El Llanquihue de Puerto Montt.

Una lágrima se desliza lentamente por el rostro de Susana del Carmen Teuquil. La mujer de 30 años está cumpliendo una condena de 10 años por el delito de robo en el sistema penal antiguo.

Pero a diferencia de otras internas que ven pasar sus días en el penal de Alto Bonito, Susana tiene una condición especial. Hace tres meses dio a luz en la enfermería del recinto. Allí nació Maximiliano, quien se ha convertido en el regalón de todo el personal.

Aunque Gendarmería les entrega la posibilidad de estar los dos primeros años con sus bebés, el tema se torna todavía más complicado cuando se deben alejar de ellos al cumplir los dos años. Allí el castigo se convierte en una dolorosa experiencia, que no sólo queda en el recuerdo de la condenada, sino que también para quienes comparten con ellas en el penal, entre gendarmes, abogados defensores y parvularias.

Surge el arrepentimiento, no sólo de haber delinquido, sino también de no hacer una vida normal con el infante, salir de paseo, jugar con ellos en la casa o en un parque y llevarlos a un jardín infantil, donde los barrotes no sean lo único que puedan observar a su alrededor.

Así llegamos a la sección femenina de Alto Bonito, donde las condenadas están separadas de la población con sus lactantes.

Actualmente, tres son las mamás que están en esta condición con sus pequeños de 3, 9 y 10 meses. Maximiliano, Bairon y Mauro son atendidos por las parvularias del jardín infantil y sala cuna “Gotitas de Amor”, que funciona desde octubre de 2007 y por el que ya han pasado ocho infantes.

DE IDA Y VUELTA Susana está arrepentida del error cometido hace 10 años. “Me quedan sólo cinco meses para cumplir la condena. En marzo del próximo año ya debería estar libre con mi pequeño Maximiliano. Todo esto ha sido una experiencia muy especial, pero no se la doy a nadie”, afirma.

Emocionada hasta las lágrimas, Susana pide perdón a la sociedad por sus actos. “Pido perdón a todos por los errores cometidos. Estoy arrepentida de haber tenido a mi hijo acá. Pese a ello estoy feliz de ser mamá, aunque ya tengo 30 años y es mi primer hijo. Me siento muy bien, al igual que mi guagüita. Y una vez que esté afuera voy a seguir con mi hijo, porque el haber sido madre me ha cambiado la vida”, asegura.

“Yo a mi hijo lo tuve aquí en la enfermería del penal. Después que él nació me llevaron al hospital y allí me recuperé. Ahora mi hijo tiene ya tiene tres meses y quiero pedir perdón por todo el daño que pude haber hecho, pero ahora mi vida ha cambiado completamente. Una vez libre quiero trabajar, criar mi hijo y que siga aprendiendo en un jardín infantil”, relata.

Susana estaba con beneficios cuando quedó embarazada, pero recibe el permanente apoyo de su pareja, quien se preocupa de llevar todo lo necesario para el pequeño.

La situación de Natali Alfaro es distinta, porque ella tiene a Bairon, de 10 meses.

“Yo estoy cumpliendo una condena de 39 días. Él está en el jardín infantil y lo tratan muy bien, aunque durante el día lo extraño”, comenta.

Pero no es la primera vez que Bairon llega al jardín de Alto Bonito. Hace dos meses ya había estado en la sala cuna. Su madre ya había cumplido una condena y 60 días después nuevamente llega al penal a cumplir otros 39 días.

“Esta es una realidad que ocurre frecuentemente”, agrega Mabel Llaitul, parvularia del jardín infantil y sala cuna “Gotitas de Amor”.

"Este trabajo lo iniciamos junto con el programa en octubre de 2007. Esto ha sido un desafío, porque yo venía de una situación de trabajo de alto riesgo social, pero sin dudas acá la realidad es completamente distinta de lo que uno cree o de lo que se puede imaginar. Acá se trabaja mucho con las madres y la familia, porque se contemplan talleres y charlas educativas, además de reuniones de apoderados, y el fin del programa es lograr el mejor desarrollo del niño, pero que ellas (madres) se involucren en el proyecto. Aquí las realidades de los niños son diferentes y ello significa planificar un trabajo diferente con las madres. Por ejemplo, Bairon viene por 39 días, pero hace dos meses vino por 30 días. En la planificación educativa del menor eso es un retroceso, pero no así con los bebés que son más permanentes”, agrega.

Para Mabel esta es una labor que se torna complicada porque en varias oportunidades han tenido que derivar menores. “Hemos tenido situaciones de lactantes que han llegado de tres meses, luego seis, después un año y finalmente un año y medio, e interviene el Sename y trabajamos en red, y ese niño tiene que ser derivado con algún familiar. Una vez ocurrido ello, el niño se saca del programa, pero se incorpora en otro de Junji o Integra. En el caso de una lactante que tuvimos acá se fue a un jardín de Integra, porque la pequeña se fue a vivir con la abuela”, indica.

“Ya me acostumbré a este trabajo y lo asimilé. Cuando ingresé acá sabía que la realidad iba a ser más complicada, tanto con las mamás como con los pequeños. Por ejemplo, un niño de 10 u 11 meses ya debería estar tratando de caminar solo y con un lenguaje más desarrollado. Pero eso tiene que ver con la estimulación que le entregan los familiares más directos”, confiesa.

MADRE Y ABOGADA Milena Galleguillos es la abogada de la Defensoría Penal Pública que está en permanente contacto con las mujeres y madres. Milena es madre de tres pequeños y este tipo de situaciones la emociona.

“Las madres internas con sus hijos en el penal son una situación compleja, porque ellas generalmente tienen que cumplir condenas largas y deben estar con sus guagüitas acá hasta los dos años, siempre pensando que se las van a tener que llevar en algún momento y que las van a ver sólo los fines de semana. Entonces, más que una situación legal, aquí existe una situación familiar y de mamá, que es doloroso verlo y se puede observar lo apegado que ellas están a sus bebés y cómo se aferran, porque acá están solas y es una compañía grande para ellas, es un distractivo, pero siempre pensando que en algún momento ya no lo van tener más acá y van a pasar muchos años aquí dentro sin estar con ellos. Pero sí es importante que se haya establecido estos dos años, porque son los años más importantes para los niños en cuanto a afianzar los lazos con las madres. Es bueno en ese sentido, pero es duro ver la realidad cuando los niños se van”.

El objetivo para esta madre y abogada es no perder el contacto para que pueda entregar información, “explicarles sus derechos como mamá y hacerles ver en definitiva que el hecho que se encuentren privadas de libertad no significa que van a perder la patria potestad respecto de sus hijos, porque ellos siguen teniendo la custodia de sus bebés y la facultad de dirigir sus actos posteriormente en relación a sus niños”, sostiene.

“A uno como mamá le llegan más este tipo de situaciones, pero dan más ganas de informar sus derechos, para que ellas tengan un buen comportamiento para optar a estos privilegios que le entregan las medidas intrapenitenciarias, para poder salir antes y estar con los niños. Todas estas medidas disciplinarias tienen directa relación con el comportamiento, así ellas tienen la posibilidad de salir antes y reducir la condena y estar pronto con sus hijos. Uno como mamá y abogado, sabe cómo son las leyes y que son duras siempre, y es por ello que logramos comprenderlas un poco mejor”.

EL PROCESO Conscientes de que el apego entre la mamá y el hijo menor de dos años es una constante importante para una mejor relación, el alcaide subrogante del complejo penitenciario, mayor Manuel Palacios, reconoce que se hacen excepciones y, a veces, se prolonga un poco más este acercamiento entre mamá e hijo. Por Marcelo Galindo Gallardo. Fotos: Cristian Duarte Aros.

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