Sala de Prensa

04/10/2010

Malleus Maleficarum

La siguiente columna de opinión, escrita por el Defensor Regional de Valparaíso, fue publicada hoy por el diario El Mercurio de esa ciudad.

“El Martillo de Las Brujas”, escrito por los inquisidores dominicos Heinrich Kramer y Jacob Sprenger, fue publicado en Alemania en 1486. El libro, después de argumentar sobre la existencia de la brujería y describir sus variadas formas de manifestación,  contiene un detallado manual de procedimiento para detectar, enjuiciar y sentenciar a estos seres maléficos.  

En el Malleus Maleficarum se regula pormenorizadamente la aplicación del tormento -imprescindible para obtener confesiones en los casos de brujería- y las declaraciones de testigos y denunciantes anónimos o testigos sin rostro. O sea, personas cuya identidad se debe mantener en secreto y oculta para la acusada. Así, la presunta bruja no puede reclamar si el testigo tiene algún interés económico en que se le condene, o si actúa motivado por la venganza, o si es familiar o dependiente del denunciante o, simplemente, si el testigo tiene alguna incapacidad física o mental que le impida percibir los hechos sobre los que declara.

La aplicación de estos métodos de investigación permitieron al Santo Oficio condenar a  cerca de medio millón de brujas entre los siglos XVI y XVIII, la mayoría de las cuales  fueron quemadas en la hoguera. Hay que decir, sin embargo, que la cifra total de muertas todavía se discute. Algunos historiadores sostienen que fueron poco más de cien mil y otros elevan esa cantidad a varios millones. Lo que no se discute es que la enorme mayoría de las castigadas fueron mujeres.

El Malleus Maleficarum es una obra fundacional para el discurso legitimante del poder punitivo. En ese libro, por primera vez de manera sistemática, se identifica algo como dañoso, se refuerzan los miedos y prejuicios a su respecto, se imputa el peligro a un grupo considerado inferior, se desautoriza a quienes niegan sus exageraciones, se presenta al poder punitivo como la única solución, así como razonable el ejercicio de una persecución sin límites. La matriz de ese discurso y sus mismas herramientas han reaparecido en el marco del conflicto chileno mapuche. Sin ir más lejos, se vuelve a proponer, entre otras medidas de similar raigambre, la consagración legal de los testigos sin rostro.

Hay muchas razones para cuestionar el uso de ese recurso. La más importante es que permite condenar a personas inocentes, igual como en los tiempos del Malleus Maleficarum.

Por Eduardo Morales Espinosa, Defensor Regional de Valparaíso.

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