Sala de Prensa

27/12/2010

Los riesgos del exceso en la persecución penal

Condenar inocentes es sólo uno de los riesgos inherentes a un sistema que cada vez pide más mano dura, dice el Defensor Regional de Arica y Parinacota, Claudio Gálvez, en este artículo publicado en el diario ciudadano El Morrocotudo.

En estos últimos tiempos nos hemos visto bombardeados por una serie de noticias vinculadas a abusos policiales y errores del sistema de persecución penal. Hemos visto videos de carabineros amenazando con armas a un drogadicto, carabineros dando vuelta el carrito de una vendedora, abusando de su poder. Policías drogándose. Los culpables son prontamente dados de baja, pero surge rápidamente la pregunta entre la ciudadanía: ¿Son éstas las personas encargadas de hacer valer la ley? ¿Ellos son quienes combaten la delincuencia?

Hace poco el Ministerio Público decidió no perseverar en la investigación en que se atribuía al ciudadano paquistaní Saif Khan participación en un delito de la Ley de Armas. A Khan le había sido ampliada su detención invocando la Ley Antiterrorista (de hecho, el Ministerio del Interior se querelló por asociación ilícita antiterrorista), pero posteriormente la Fiscalía lo formalizó por una mera infracción a la Ley de Control de Armas, y al ser dejado Khan en libertad apeló para mantenerlo en prisión preventiva, lo que así ocurrió y duró casi 15 días, hasta que finalmente fue dejado en libertad por tribunales.

Se hizo todo un show mediático, con autoridades señalando que había pruebas de la culpabilidad de Khan, “trazas de explosivos”, armas de postones “con capacidad de matar”. Autoridades afirmando nexos del paquistaní con el movimiento Lautaro, con grupos extremistas islámicos, con atentados a Estados Unidos, etc. Todo lo cual finalmente quedó en nada. ¿Disculpas a Khan? ¿Indemnización por el error cometido? Aún está esperando.

Comuneros mapuches están siendo juzgados en la Octava Región por delitos terroristas, sin recibir las mínimas garantías de un Estado de Derecho. Los acusan testigos sin rostro, contra los que no hay la más mínima posibilidad de saber quiénes son, qué los motiva o cómo saben lo que dicen. La justicia militar, que investiga los mismos hechos, no acusó por delitos terroristas. Los mantuvo en libertad durante la investigación. No usó testigos sin rostro. Y acaba de absolverlos por los mismos hechos. Llegamos al absurdo de que están recibiendo más garantías en la justicia militar que en los tribunales ordinarios.

¿Por qué destacar todo esto? Porque cuando la excepción se empieza a convertir en norma y vamos perdiendo nuestra capacidad de asombro, el sistema comienza a desmoronarse. Todo esto ha ocurrido sólo durante este último mes de diciembre, y obviamente empiezan la preocupación y los cuestionamientos. Debemos cuidar la vigencia del Estado de Derecho. Debemos ser capaces de reaccionar ante estos fenómenos, que son producto de creer que en la persecución penal “todo vale”, abandonar el paradigma de que tratándose de “delincuentes” todo es posible, de que “ellos” son seres opuestos a “nosotros”, que no valen lo mismo ni tienen los mismos derechos. Que no merecen más.

Si dejamos que la paranoia antidelincuencia nos gane, si empezamos a justificar todo lo que ocurre, si seguimos creyendo que el fin justifica los medios, estas cosas y muchas más seguirán pasando. El Estado Policial está a la vuelta de la esquina. No nos quejemos cuando ya sea irreversible.

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