Sala de Prensa

06/12/2010

Los perros peligrosos y lo penal como la última instancia

El siguiente artículo del Defensor Regional de Arica y Parinacota, Claudio Gálvez Giordano, fue publicado en el diario electrónico El Morrocotudo, de Arica.

Percibir que las leyes penales son la primera y principal solución que debe aplicarse a los conflictos que la comunidad ve como urgentes es un error común, principalmente fruto de la inquietud colectiva que provocan sucesos graves como el ataque de perros mascotas a transeúntes e, incluso, sus mismos propietarios. Este ejemplo es muy útil para analizar el tema y clarificar una de las acepciones de lo que en el ámbito penal se denomina la ultima ratio.   Es comprensible que en un primer momento los vecinos clamen por sanciones cuando ocurren casos de daño a la integridad de los bienes o de la gente. En este último caso, el clamor que surge es que “debería haber un castigo ejemplificador” o afirmaciones como “que lo sequen en la cárcel”.   Pero en muchos de esos problemas que se pretende solucionar por la vía del castigo, la solución más apropiada puede estar mejor en un ámbito diferente al de los tribunales. El caso del manejo de los animales domésticos parece ser uno de ellos.   ¿Cómo en el seno de una comunidad que anhela vivir con armonía y seguridad no prevalece la cordura de evitar el peligro de criar en casas y calles a animales peligrosos, sin la amenaza de juicios, cárcel u otros castigos?   ¿Por qué en un grupo humano que vería como evidente escándalo que circulara por las calles un león africano, observa sin reaccionar que las jaurías de perros peligrosos deambulen libres de control?   Cito el ejemplo anterior recordando el testimonio del doctor Jorge Vergara, experto en cirugía de manos y jefe de Traumatología del Hospital Clínico de la Universidad Católica, quien declaró que las heridas sufridas por el carpintero Luis Escobar al ser atacado hace unos días por su propio pitbull, “fue peor que el que me tocó atender, hace algunos años, producto del ataque de un león a un domador de circo”.   Menciono el testimonio porque no es necesario que pensemos en una ley para considerar que es un peligro que todos debemos evitar dejar suelto a un león o criarlo en casa.  Si se diera el caso, mucho antes que se tramite una ley o que siquiera pensemos en hacer una denuncia ya tendríamos a los vecinos tomando todo tipo de medidas para solucionar el problema, y acudir a los tribunales sería la última de ellas.   También hay otros casos en que hay caminos previos más efectivos que acudir a tribunales, especialmente en la comisión de delitos para cuya prevención en más eficiente y efectiva la educación, la justicia social y el desarrollo de una sociedad que busque incluir a todos sus integrantes en las ventajas de la vida comunitaria.   Claro que esto es a largo plazo y claro que esto no asegura delincuencia cero, pero es un camino más efectivo si se ve su proyección histórica. Así, la justicia penal sólo sería “la última instancia” para aplacar el problema y sus castigos serían sólo para los casos extremos, lo cual sería más racional.
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