Sala de Prensa

01/12/2010

Abriendo caminos

La siguiente carta al director, escrita por el Defensor Regional de Arica y Parinacota, Claudio Gálvez Giordano, fue publicada por el Diario La Estrella de Arica, a propósito del plan "Abriendo Caminos", puesto en marcha por el Ministerio de Planificación (Mideplan) para los hijos de encarcelados.

Señor director:

Cuando la opinión pública reclama por más cárcel como castigo para quienes delinquen, quedan en el olvido varias implicancias que ese tipo de medidas tienen para las personas sancionadas, para sus familias y para toda la sociedad.

Está comprobado que el encierro es la peor de las formas de enfrentar las consecuencias de los delitos, aunque a veces sea la única medida que la comunidad organizada vislumbra para la mayoría de los casos.

Pero, aparte de eso, las otras implicancias que menciono se refieren a la suerte de sus familias, en especial de sus hijos, que son personas en formación que no tienen responsabilidad en lo que su padre o madre haya hecho.

Habitualmente, diríamos que en más del 90 por ciento se trata de personas que viven en la pobreza y que la cárcel que afecta a uno de sus integrantes agrava esa situación y pone a los niños en los peores escenarios para su crecimiento como personas y ciudadanos.

Por eso son importantes programas como el anunciado por el ministro de Planificación,  Felipe Kast en el Penal de Acha, denominado “Abriendo Caminos", con el objetivo declarado de propiciar acciones preventivas y reparatorias para el desarrollo de esos niños.

Esos menores, hijos de condenados o imputados por diversos delitos, chilenos o extranjeros, de  etnias originarias o no, son un patrimonio de toda la humanidad y tienen derechos que no pueden ser conculcados por las repercusiones prácticas que tiene la suerte de sus padres.

Algunos de ellos viven en las mismas prisiones -en Acha hay 12 menores- y a ellos les debemos una atención que hay que aumentar, porque también es una forma de promover el respeto a las leyes, la vigencia de las garantías que se les debe a todas las personas, empezando por los más débiles y completamente inocentes: los niños.

Por Claudio Gálvez Giordano, Defensor Regional de Arica y Parinacota.

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