Sala de Prensa

11/04/2011

Realities policiales

La siguiente columna de opinión fue escrita por el Defensor Regional de Aysén, Juan Carlos Rebolledo Pereira.

Por un momento, imagine que usted o un familiar suyo se ve envuelto en una situación en la que se lo acusa de cometer un delito. Imagine que lo detienen en la calle o que efectivos policiales ingresan a su hogar en su búsqueda. Para cualquiera, una situación semejante provoca temor o enojo, es difícil y resulta vergonzosa. Ahora imagine que todo esto ocurre en presencia de cámaras y que todo lo vivido –aún si se comprueba su inocencia-, todo lo que usted dijo o hizo será exhibido en un canal de televisión abierta. Esto es básicamente lo que ha ocurrido con los llamados realities policiales, que desde hace un tiempo es posible ver en algunos canales de nuestra televisión.   No quiero aquí enjuiciar los gustos de los televidentes, ni pronunciarme sobre los métodos que pueden o no usar las policías para hacer su trabajo en las calles o para difundir a la comunidad las condiciones en que realizan su labor. Lo que deseo es explicar por qué este tipo de programas resultan atentatorios contra la dignidad de las personas -hayan éstas cometido un delito o no- y faltan seriamente al respeto de los derechos que toda persona tiene, más allá de su condición social, económica, sus preferencias sexuales, sus creencias religiosas, etc. Derechos que están explícitamente declarados en nuestra Constitución Política y en el Código Procesal Penal. Estos programas muestran de manera resumida y editada un hecho que puede ser una detención, una persecución o un problema entre vecinos, familiares, amigos o desconocidos,en el que las policías intervienen. El problema está en que cuando la policía interviene es para restablecer el orden que se supone perdido, o para cumplir la orden de un tribunal, pero no tiene la capacidad –porque no es su función– de saber si esta persona es o no culpable y mucho menos puede determinarlo el editor o productor de un programa de TV. Este atisbo de realidad muestra entonces un hecho sin profundizar en sus circunstancias, en sus atenuantes o agravantes; en la historia de las personas que están involucradas como víctimas, acusados o testigos. Es así que no debe sorprender que los televidentes nos formemos una imagen distorsionada de realidad, en la que el detenido o retenido es declarado socialmente como culpable, sin juicio y sin oportunidad de defenderse. Otro aspecto es el daño a la honra de las personas que esta exposición mediática acarrea, ya sean supuestas víctimas o victimarios. Y es que me pregunto, ¿a quién le gustaría que sus problemas fueran expuestos de esa manera ante su familia, conocidos y cientos de desconocidos? Los llamados realities policiales alteran negativamente la imagen de la realidad y  propician la discriminación  a ciertos grupos de personas. Por Juan Carlos Rebolledo, Defensor Regional de Aysén.

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