Sala de Prensa

28/02/2011

¿Y el Estado de derecho?

En este artículo, publicado en el diario La Estrella de Arica, el Defensor Regional de Arica y Parinacota, Claudio Gálvez Giordano examina el proceso seguido contra comuneros mapuches.

Imagine que usted está siendo acusado en un juicio y la principal prueba en su contra es lo que cuenta un testigo. Pero no uno cualquiera: usted no sabe quién es ese testigo. No sabe si es un antiguo enemigo suyo. No sabe si es alguien que le tiene ‘mala’. Ignora si recibe un trato especial por declarar en su contra (por ejemplo, si cometió un delito y no lo persiguen a cambio de ese testimonio que a usted lo perjudica).

Y su abogado ni siquiera puede hacerle preguntas para ver si declara movido por un interés, ya que eso podría descubrir su identidad. Es lo que se llama un “testigo sin rostro”.

Imaginemos que la segunda prueba es un testimonio que se prestó bajo tortura. Una declaración que nunca fue ratificada y que esa persona niega, precisando en el juicio que se obtuvo bajo tortura. Sin embargo, los policías declaran como testigos “de oídas” de ese primer testimonio, el que es considerado como prueba por el tribunal para condenarlo, sin excluirlo por ilegal.

Un juicio así no ocurre en la realidad, dirá usted. No en mi país. No en un Estado de derecho. Pues bien: en esas condiciones  es como se logró la condena de los 4 comuneros mapuches en el Tribunal Oral de Cañete hace pocos días.

Hubo 13 absueltos, algunos de los cuales estuvieron más un año en prisión preventiva, y se desecharon los delitos terroristas que pretendía el Ministerio Público. Pero los cuatro condenados en esas condiciones absolutamente irregulares le penan al Estado de derecho. Y  le seguirán penando a Chile por mucho tiempo más.

Por Claudio Gálvez Giordano, Defensor Regional de Arica y Parinacota.

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