Sala de Prensa

03/12/2012

Gracias al proyecto ‘Leer te hace libre’

Entre el agobio de las rejas y la libertad de los libros

Esta es la historia de seis mujeres que no sólo comparten una misma celda en el penal de Santa Cruz, sino también el escaso pero fantástico aire de libertad que respiran cuando leen.

Lapsos y eternidades. Ese es el péndulo de sensaciones extremas que mueve las vidas de seis mujeres que comparten celda en la Cárcel de Santa Cruz. El encierro es lo inamovible, lo estable, una emoción agobiante, que sólo logran romper por algunos minutos cuando bucean en los libros que encuentran en la acogedora y colorida biblioteca que forma parte del proyecto “Leer te hace libre”.

Las vidas de Edith Tobar, Giselle Zurita, Rosa Muñoz, Raquel Pizarro, Isabel Orellana y Bárbara Pavéz se cruzaron dentro de ese recinto penitenciario donde han compartido penas, rabias, frustraciones, abandonos, olvido, impotencia y desesperanza. Los pocos momentos de felicidad que viven aparecen sólo cuando logran salir del estrecho patio destinado a las mujeres, pues la población mayoritaria del penal es de hombres. De hecho, de 200 internos, sólo 12 son mujeres.

Todas comparten el dolor de no poder ver a sus hijos -porque sus parejas o familiares no los llevan o simplemente porque están muy lejos- y tampoco pueden participar en los talles laborales donde están los hombres. Así, la única instancia de esparcimiento posible ha sido la biblioteca, donde han podido encontrar refugio viajando por los más de 300 ejemplares de las más diversas temáticas que están disponibles para ellas.

Las horas de encierro les atrae angustias, pero el apoyo de las compañeras hace llevaderos los días. Hace muy poco, además, descubrieron que pueden salir y volar con los libros de este proyecto. Cada una de estas internas participa en una capacitación realizada por la Fundación Había Una Vez, que busca atraer, cautivar y hechizar a este grupo de lectoras, para alivianar de alguna forma la condena.

LAS ENCICLOPEDIAS
Giselle Zurita, por ejemplo, se encantó con las enciclopedias. Esta joven, de 20 años y con un hijo de cuatro, cuenta que cuando la invitaron a participar del taller y conocer la biblioteca no estaba muy animada, pero su visión y cara cambiaron cuando comenzó a trabajar con la profesora Angélica Castro, monitora del taller.

Edith Tobar lleva cinco meses en el recinto y han sido difíciles. Extraña a su hijo y a su familia. Descubrió en los libros esa relajación que buscaba. De hecho, se lleva en calidad de préstamo a su celda los “100 Sonetos de Amor” de Pablo Neruda y un libro con poemas de Oscar Hahn.

Rosa Muñoz tiene dos hijos -de 7 y 11 años, respectivamente-. Los extraña y su mirada se pierde cuando habla de ellos. Observa cada uno de los libros y trata de decidirse. No sabe qué leer para poder calmar la pena de no poder ver a sus pequeños.

Raquel Pizarro era una de las opositoras acérrimas a participar del taller, y fue una de las que más se rió y opinó cuando se abrió este espacio. Dice ahora que se enamoró de los libros y de sus historias, así que se llevó a su celda “La Historia de Erika”, de Ruth Vander Zee.

En un cómodo sillón, Isabel Orellana quedó asombrada al saber que el clásico cuento de “La caperucita roja” tiene su contraparte, contada por el mismísimo lobo. Esta interna decidió llevarse a su celda el libro “Un hijo no debe morir”, de Susana Roccatagliata

DEFENSORÍA PENAL
Desde 2009 que la Defensoría Regional de O’Higgins trabaja elaborando, postulando y administrando proyectos culturales, deportivos y laborales, que buscan beneficiar directamente a la población penal de las cuatro cárceles que existen en la región. Hasta la fecha, se ha ejecutado un monto cercano a 180 millones de pesos en iniciativas como capacitaciones laborales en oficios, talleres de teatro, música, danza, yoga y fútbol, entre otros, proyectos que se extienden por períodos cercanos a seis meses y que mejoran notoriamente la calidad de vida de los internos.

En esta misma lógica, el proyecto “Leer te hace libre” fue financiado con aportes provenientes del 2 por ciento del Fondo Nacional de Desarrollo Regional (FNDR), cuya inversión superó los 23 millones de pesos, monto que permitió poner en marcha las bibliotecas de los penales de Rengo, Peumo y Santa Cruz.

EXPERIENCIA INTERNACIONAL
El Primer Congreso de las Naciones Unidas sobre Prevención del Delito y Tratamiento del Delincuente -celebrado en Ginebra en 1955- declara en su artículo 40 que “Cada establecimiento penitenciario deberá tener una biblioteca para el uso de todas las categorías de reclusos, suficientemente provista de libros instructivos y recreativos”.

Tras un diagnóstico realizado por la Defensoría Regional de O’Higgins, se detectó que esta norma no se cumplía cabalmente en todos los penales. Pese a los esfuerzos de Gendarmería y de las escuelas carcelarias, no existían los recursos ni los espacios aptos para desarrollar bibliotecas intramuros.

Por otro lado, la experiencia internacional señala que estos espacios de lectura mejoran la conducta de los internos y las posibilidades de reinserción, pues el hábito lector les permite mejorar su vocabulario, aprender nuevos conocimientos, desarrollar la imaginación y entender que existen otros mundos.

De hecho, el estudio “Actitudes y comportamiento de los reclusos en el centro penitenciario de Badajoz, España” -realizado sobre prácticas de lectura en prisión-, indica que el 41,8 por ciento de los internos señaló que en prisión se ha encontrado con la lectura, dedicándole al menos una hora diaria a la revisión de textos, prensa y novelas, entre otras. Un porcentaje similar dijo que leía para aprender y -lo más importante- señalaron que “si antes hubiera leído más, su vida hubiera sido diferente” (36 por ciento).

Este proyecto -pionero en el país- podrá ser objeto de estudio para conocer el impacto de la lectura en la población penal y, quién sabe, tal vez permita ver la factibilidad de adoptar beneficios carcelarios como los que existen en Brasil, donde por cada libro de filosofía o ciencias leído por un interno se les rebajan 48 días de su pena. 

  • subir
  • imprimir
  • volver