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21/11/2007

AUSENCIA TOTAL DE PRUEBAS QUE ACREDITEN SUPUESTO INTENTO DE "FEMICIDIO" DEJA POR TERCERA VEZ EN LIBERTAD A IMPUTADO

Magistrada Valeria Vega resolvió que aparte de la primera denuncia -que después fue rectificada por la víctima-, no hay ningún antecedente que dé veracidad a la versión de parricidio frustrado en que se ha insistido.

Por quinta vez en un mes Mauricio Muñoz Quezada debió someterse a un tribunal para saber si quedaba en libertad, o si permanecía encerrado en prisión preventiva. Ayer nuevamente una magistrada del Décimo Tercer Tribunal de Garantía, Valeria Vega, resolvió que la formalización de la Fiscalía por parricidio frustrado, fundada exclusivamente en la primera declaración de la víctima Graciela Serey Barra, no tiene presupuestos materiales que la avalen. Y considerando que la víctima cambió sustancialmente su declaración, en el sentido de que su marido nunca intentó estrangularla ni enterrarle un punzón ya que éste nunca ingreso a la casa, se confirma la debilidad de la acusación.

La audiencia de revisión de medida cautelar fue solicitada por el defensor penal público René Subiabre, quien ha logrado dejar por tercera vez en libertad al imputado imponiendo con su argumentación la tesis de que en este caso sólo se verificó el delito de amenazas, pero no el de parricidio frustrado. Subiabre presentó varios testimonios, entre ellos el de la propia víctima Graciela Serey que le prestó declaración voluntaria. Ella estuvo presente en la audiencia, sentada junto al fiscal Luis Pino, asintiendo al relato que el defensor hizo de su nueva descripción de los hechos. El defensor expuso que en la primera audiencia del 14 de octubre el imputado fue formalizado correctamente por la fiscal Mónica Muñoz por el delito de amenazas y por lesiones menos graves. Efectivamente la madrugada del 14 de octubre Mauricio Muñoz discutió con su esposa en la casa de su suegra, donde se celebraba el cumpleaños de su hija. En ese altercado el imputado habría tomado con fuerza un brazo de su esposa dejándole hematomas. Por esa acción fue formalizado por lesiones menos graves. Muñoz Quezada se fue de la celebración y sólo apareció 4 horas después en el portón de la casa donde arrendaba una habitación junto a su familia en Peñalolén, gritando para que lo dejaran entrar. Su esposa escuchó los improperios del imputado, que estaba en evidente estado de ebriedad, por lo que prefirió no abrirle. Frustrado Muñoz Quezada se fue a la casa de sus cuñados Gabriela Serey Barra y Jorge Inostroza ubicada a unas cuadras. A éstos les dijo que había matado a su mujer, por lo que Inostroza partió a la casa de la presunta víctima junto al imputado, donde constató que el crimen no era efectivo. Inostroza permaneció con su cuñado hasta que llegó Carabineros a eso de las 6:30 de la mañana.

En esta parte del relato de la víctima, el defensor explicó por qué en la primera versión de su declaración acusó falsamente a su marido. Graciela Serey explicó que su intención era que se llevaran a su cónyuge hasta que se le pasara la borrachera. Pero el carabinero que le tomó declaración le replicó que si no había habido un ataque concreto, le detenido quedaría de inmediato en libertad. La víctima sostuvo que el policía le preguntó si antes había ocurrido una agresión concreta. Ella asintió, precisando que en una discusión en septiembre pasado, ebrio, la había zamarreado tomándola por el cuello. Graciela Serey afirmó que el uniformado le propuso denunciar esa situación como la que motivó el llamado a Carabineros. Como corolario, Subiabre explicó que al salir del retén móvil cerca de las 8:00 de la mañana se encontró con varios periodistas que le preguntaron por el supuesto intento de "femicidio", por lo que, muy nerviosa, no le quedó más que confirmar lo declarado unos minutos antes a la policía. La alta connotación pública que alcanzó la causa la fue sumergiendo más en la falsa denuncia que había realizado.

Subiabre denunció también en la audiencia que cuando la víctima se decidió a contar la verdad, prestando una nueva declaración ante el Ministerio Público el fiscal Jorge Lazo le habría advertido que de cambiar su testimonio iría a la cárcel. Sin embargo, Graciela Serey mantuvo su rectificación.

El defensor presentó también lo que llamó las pruebas duras que acreditan la falsedad del cargo de parricidio frustrado. Primero los exámenes que niegan la existencia de lesiones en el cuello. Segundo los testimonios de Ricardo Muñoz y Susana González, los dueños y habitantes de la casa donde la familia Muñoz Serey arrendaba una pieza. Estos confirmaron que el imputado no ingresó a la casa al momento de la supuesta agresión, sino que siempre se quedó vociferando desde el portón.

Finalmente el defensor René Subiabre explicó que el Ministerio Público al parecer ha tomado esta causa como un caso emblemático y que de ahí su empecinamiento en seguir adelante, a pesar de que la propia víctima se desdijo de sus denuncias. Concluyó que a diferencia de la Fiscalía, más que buscar explicación a esta rectificación en el "Síndrome de Estocolmo", hay que buscarlo en el "Síndrome Gemita Bueno".

La magistrada Valeria Vega resolvió que la formalización por parricidio frustrado tiene como único sustento una denuncia que después fue desacreditada por la propia víctima. En esa contradicción hay que buscar otras pruebas que avalen la mantención del imputado en prisión preventiva, cosa que la Fiscalía no logró hacer. Por el contrario, la jueza resolvió que la ausencia de marcas en el cuello y los testimonios de testigos que acreditan que el imputado nunca entró a la casa determinan que la acusación por parricidio no tenga sustento material.

 

 

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