Sala de Prensa

24/04/2008

Los peligros de los realities policiales

Columna de Benito Baranda, publicada en The Clinic el 10 de abril de 2008.

La televisión no es neutral en esto, los servicios públicos -como las policías- no se pueden prestar para alimentar el temor y la inseguridad, el prejuicio y la discriminación, acompañando imágenes fuertes con relatos verbales que terminan por criminalizar a la pobreza. Este es un riesgo presente en este tipo de programas y que puede causar más males sociales que los que pretende remediar.

Los comentarios acerca de dos programas policiales al aire hoy en la televisión abierta, me llevaron a ver algunos de sus capítulos, generando en mí una fuerte preocupación, rechazo y rabia. Estos programas, el 133 de Mega y "Policías en Acción de Chilevisión, acompañan a nuestras Fuerzas policiales (Carabineros e Investigaciones) durante una noche en las acciones que deben realizar, que son muy variadas y que van desde accidentes automovilísticos hasta asaltos, violencia intrafamiliar y consumo o trafico de drogas.

La primera reflexión que me surgió es preguntarme por qué nuestras policías se prestan para esto. ¿Siguen una moda extranjera? ¿Quién autorizó a las policías a participar en estos programas?, y al hacerlo ¿no vulneran la ley? ¿Es ético que las policías sean utilizadas así? ¿No tienen entre sus principios el protegernos, cuidarnos y ayudarnos, especialmente a las victimas?

Sabemos que exponer la intimidad de las personas, de sus familias y de sus barrios, se ha transformado en una estrategia para atraer audiencia porque a la gente en general le atraen estos programas, que seducen por su realidad y crudeza, especialmente a aquellas personas que viven en la pobreza. Sin embargo, creo que no se perciben las consecuencias que estos programas pueden tener en la imagen que la sociedad se va formando. De los programas que vi, todos ocurrían en sectores de pobreza, modestos o de clase media baja, con personas sencillas y más bien desprotegidas; ninguno de los vehículos policiales se vio en barrios de clase alta ni tampoco con personas de esa condición social.

La segunda reflexión que he tenido es acerca del beneficio que puede entregar este tipo de programas a la ciudadanía. ¿Son educativos? ¿Generan aprendizajes importantes? ¿O más bien tienden a alimentar prejuicios, consolidar la discriminación y profundizar la exclusión social que tanto daño hace a nuestra comunidad? Inicialmente me inclino más por la segunda conclusión: asociar pobreza y marginalidad a droga, delincuencia y violencia, no cuesta mucho. Basta recordar el estudio realizado hace unos años acerca de cómo se veían representados los mismos pobres en televisión, donde sus respuestas fueron lapidarias: se veían cómo delincuentes, sucios y drogadictos. ¿Son ellos los únicos que cometen delitos? ¿Los únicos que conducen en estado de ebriedad o drogados? ¿Los únicos que generan violencia y maltrato?

Hoy, cuando los grupos frente a los cuales hay mas prejuicios sociales son pobres, gitanos, peruanos y mapuches, programas como los señalados pueden aumentarlos generando mayor discriminación y tensión social, mayor temor hacia el "otro" y menores deseos de entrar en contacto con él. La televisión, y en especial estos programas, se basa en imágenes acompañadas de un lenguaje particular, a partir del que vamos construyendo realidades que luego consolidan en nosotros creencias y maneras de relacionarnos singulares. Es en ese ámbito donde se generan las mayores exclusiones e injusticias sociales y donde resulta extremadamente complejo modificarlas después.

La mayor pobreza e injusticia en Chile no es la material. Su raíz está en citrato desigual que nos damos unos a otros, que entrega oportunidades y tratos diferentes a las personas de acuerdo a su condición socioeconómica y que genera barreras que nos empobrecen como sociedad. La televisión no es neutral en esto, los servicios públicos -como las policías no se pueden prestar para alimentar el temor y la inseguridad, el prejuicio y la discriminación, acompañando imágenes fuertes con relatos verbales que terminan por criminalizar a la pobreza. Éste es un riesgo presente en este tipo de programas y que puede causar más males sociales que los que pretende remediar.

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