Sala de Prensa

23/09/2013

Columna de opinión:

Proyecto Inocentes: una oportunidad para mejorar

El siguiente artículo, escrito por el Defensor Nacional, Georgy Schubert, fue publicado el pasado jueves 19 de septiembre en El Mercurio.

El Defensor Nacional, Georgy Schubert Studer.

El Defensor Nacional, Georgy Schubert Studer.

Hace ya tres semanas, la Defensoría Penal Pública lanzó la página web del Proyecto Inocentes, consolidando -a través de este sitio- un largo trabajo de recopilación y análisis de casos de personas con quienes se cometió una de las mayores injusticias de un sistema penal: castigar a un inocente.

La inspiración de este esfuerzo estuvo en la vasta experiencia internacional que muestra cómo países con sistemas de justicia más avanzados y gracias al desarrollo de la ciencia, han revisado sentencias de personas condenadas, demostrando a través de pruebas de ADN que esa persona era inocente del delito por el que se le había condenado.

En los 311 casos aclarados por el Innocence Project (Nueva York, EE.UU.) se pudo revertir el error. En otros, como el caso conocido como el de los “Tocayos Carlos”, simplemente no se llegó a tiempo y Carlos Deluna fue ejecutado en Texas, en 1989, demostrándose años después que nunca había cometido el homicidio por el que fue juzgado.

Para la Defensoría, el Proyecto Inocentes tiene una doble importancia: es, a su vez, una instancia de reparación para todas aquellas personas que fueron privadas de su libertad injustamente y también una oportunidad de aportar al mejoramiento del sistema de justicia penal, a través de una propuesta de debate y mejora del mismo.

Es un hecho que existen personas que como don Eleuterio Terán -acusado de haber cometido un delito tan grave como el homicidio- que, debido a su ignorancia, cansancio o temor, confiesan algo que no hicieron. También jóvenes de esfuerzo, como Roberto Vergara, quien fue erradamente reconocido por un testigo como quien robó en una casa, sin que en dicha diligencia se cumpliera con estándares mínimos, que permitieran razonablemente formalizar y dejar en prisión preventiva a un trabajador sin antecedentes penales.

Y también nos encontramos en nuestro trabajo con personas como Pablo Mackenna, detenido por una gravísima mentira sin sustento alguno, que lo expuso a una situación en la que jamás se imaginó que podía estar en su vida.

Al conocer casos como los descritos, nos damos cuenta que el sistema puede fallar y equivocarse. Que no existe ningún sistema perfecto y que, a pesar de todos los esfuerzos que se hagan, siempre habrá algunos inocentes en las cárceles así como culpables en libertad. Sin embargo, estos errores pueden minimizarse y corregirse, pero para ello se requiere conocerlos y trabajar respecto de sus causas, de manera que una vez identificadas, se desarrollen los cambios, mejoras y protocolos de actuación que disminuyan el margen de error.

De lo anterior depende no sólo la mejora continua de un sistema del que Chile se siente orgulloso, sino que su legitimación social. Ya vemos algunos esfuerzos de parte de la Fiscalía y las policías para mejorar la identificación de sospechosos.

El lanzamiento de esta página web concitó mucho interés de los medios de comunicación, académicos y personas que la han visitado, opinado y revisado. Lo anterior no es un accidente: así como a todos les interesa sancionar a quien comete un delito y que éste no quede impune, a nadie le es indiferente que un inocente esté en la cárcel.

El que sepamos que el sistema puede equivocarse nos interpela a todos, porque es un fundamento básico de nuestra vida en sociedad el que, si no somos delincuentes, entonces nunca seremos tratados como tales. ¿Cómo mejorar los procesos para llevar al mínimo la posibilidad de vernos enfrentados a esa misma situación? Por lo anterior es que historias como las de don Eleuterio, Pablo o Roberto nos conmueven.

Pero, más importante que esto es que provoquen el debate necesario para mejorar el sistema de persecución penal, asegurando que el respeto de estándares y garantías sea precisamente lo que permita hacer justicia.

Por Georgy Schubert S.,
Defensor Nacional.

 

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