Sala de Prensa

28/07/2014

Columna de opinión:

¿Qué hacer con la violencia intrafamiliar?

El siguiente artículo, escrito por Fernando Acuña, fue publicado el pasado jueves 24 de julio por El Diario de Aysén.

Fernando Acuña G., Defensor Regional de Aysén.

Fernando Acuña G., Defensor Regional de Aysén.

Por Fernando Acuña Gutiérrez,
Defensor Regional de Aysén.

La violencia intrafamiliar es una realidad que afecta a nuestra sociedad y es transversal a todos los segmentos sociales, económicos y culturales.

En nuestra región las estadísticas indican que, durante 2013, un 13 por ciento de las causas ingresadas fueron catalogadas como de violencia intrafamiliar. Si consideramos que hay una cifra negra, de aquellos casos que no llegan a denuncia, podemos concluir que este es el mayor problema de Aysén y su impacto es tal que no puede ser ignorado, sino que -por el contrario- requiere de atención, análisis y medidas para su control.

No sólo hay violencia entre marido y mujer, sino entre convivientes, entre pololos y hacia los niños y ancianos de muchas familias. Muchas veces esta violencia queda invisibilizada por patrones culturales arcaicos y machistas, y actitudes que tienden a normalizarla, pero no por ello su impacto y consecuencias son menores para quienes son parte de este círculo de violencia al interior de los hogares.

Peor aún, la instalación de una cultura de violencia replica el modelo generación tras generación, hasta ser aceptada como algo normal¨. Por lo mismo, su tratamiento es complejo y requiere de esfuerzos multidisciplinarios ,porque lo que se busca finalmente es un cambio cultural y personal.

Es por ello que necesitamos atacar en forma sistémica los elementos catalizadores de esta  violencia, como por ejemplo el consumo abusivo del alcohol, que en nuestra región es la “dupla” más común, pues -por lo general- en los casos de violencia intrafamiliar siempre está presente.

Debemos actuar generando políticas públicas que estén orientadas al apoyo, caso a caso, de los grupos familiares afectados, evitando la naturalización de conductas reprobables.

Necesitamos educar a nuestros niños para el amor y el respeto, reforzar programas de apoyo para víctimas y victimarios, considerando a la familia completa y acompañándola por el tiempo que se requiera.

La tarea es aprender a detectar preventivamente cuando algo no anda bien en una familia, chequear lo que está ocurriendo y ayudarlas para evitar una escalada de violencia.

La cárcel, los tribunales, los fiscales y defensores públicos llegamos al final, cuando todo aparentemente ha fracasado. Las sanciones y medidas cautelares son sólo remedios tardíos. Sanciones como la cárcel, la prohibición de acercarse a la víctima o el abandono del proveedor del hogar común sólo atacan una parte superficial de un problema profundo y complejo y, por lo tanto, estas medidas no sirven realmente si no van acompañadas de un programa social efectivo.

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