29/07/2014
Columna de opinión:
Sin defensa no hay justicia
El siguiente artículo, escrito por Defensor Regional de Arica y Parinacota, fue publicado en el Diario de La Estrella de Arica.
Por Claudio Galvez Giordano,
Defensor Regional Arica y Parinacota.
Esta frase, que es el lema de la Defensoría Penal Pública, encierra el concepto de uno de los pilares del estado de derecho. Significa que toda persona que enfrenta una investigación penal tiene derecho a tener un abogado, tenga o no los medios para pagarlo. Significa que tiene derecho a que esa defensa se preste en determinadas condiciones de calidad.
Significa que esa defensa tiene derecho a participar en el proceso en igualdad de condiciones frente al persecutor penal, y que se preocupará de velar por el respeto de los derechos y garantías de que goza su defendido, especialmente por el respeto a la presunción de inocencia, que dice que nadie puede ser tratado como culpable de un delito mientras no exista una sentencia ejecutoriada emitida por un juez imparcial que lo declare responsable.
Muchas veces se cuestiona que el Estado mantenga una Defensoría Penal Pública, que pague por la defensa de los “delincuentes”. Dicha crítica se alberga en la idea -errada- de que la defensa es sólo para malhechores, para gente esencialmente distinta de “nosotros”, el resto de la ciudadanía honrada. Nada más lejano a la realidad. La experiencia nos ha demostrado que, aunque se pretenda lo contrario, nadie está exento de ser investigado por un delito. No existen grupos o clases privilegiadas en esto.
Durante nuestra trayectoria hemos debido atender a todo tipo de personas: obreros, profesionales, dueñas de casa, autoridades políticas, jueces, fiscales, policías. En fin, personas de toda profesión y condición. Personas como usted o como yo, que se ven envueltas en una investigación penal, sean o no finalmente responsables del hecho que se les imputa, que deben ser tratados de forma acorde a las leyes, sin arbitrariedades ni ilegalidades y con respeto a su derecho a ser considerados como inocentes hasta que se demuestre lo contrario.
Sólo una vez que se comprenda esto, asumiendo y entendiendo que nosotros defendemos personas, no delincuentes, se estará en condiciones de comprender lo que significa vivir en un estado de derecho, y que en definitiva, “sin defensa no hay justicia”.
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