Sala de Prensa

07/06/2016

Columna de opinión:

Cuesta abajo en la rodada

El siguiente artículo, escrito por el jefe de Estudios de la Defensoría Regional de Antofagasta, Ignacio Barrientos Pardo, fue publicada en el diario El Mercurio de esa ciudad.

El jefe de Estudios de la Defensoría Regional de Antofagasta, Ignacio Barrientos.

El jefe de Estudios de la Defensoría Regional de Antofagasta, Ignacio Barrientos.

Por Ignacio Barrientos P.,
jefe de Estudios
Defensoría Regional de Antofagasta.


Hay un tango que dice algo así como “cuesta abajo en la rodada…” Eso se parece a lo que ha venido pasando con el Código Procesal Penal. Desde 2001 hasta la fecha ha experimentado alrededor de cinco leyes modificatorias. Unas de mayor intensidad, otras más leves. Todas han tenido por finalidad facilitar la persecución, investigación y condena penal, con un claro acento en la restricción de derechos y garantías.

Habrá quienes, seguro, vean este proceso como un correcto reacomodo de una ley que otorgaba demasiados derechos a quienes cometen delitos. Estamos quienes vemos en esta seguidilla de reformas a la Reforma una involución, que nos hace preguntar si ya estamos al final de la rodada.

Personalmente no tengo claro que sea así. La realidad se ha encargado de hacerme prevenido frente a la inventiva de los “sheriffs nacionales”. Parece que uno no se cansa de esperar algo peor. En fin, el tiempo dirá qué otra contingencia hace que se desate el furor policial que algunos llevan adherido a los huesos.

Por mi parte, aspiro que a quienes hemos hecho de la defensa penal nuestro modus vivendi esta involución no nos pille tan desarmados, pues no hay chapulines colorados intentando revertir este amargo trago en el Constitucional. Hay menos defensores de la libertad que de la propiedad. Eso está claro.

Estamos enfrentando, como comunidad política, no solo una crisis de confianza en las instituciones, sino por sobre todo una crisis de confianza interpersonal e intracomunitaria. Hoy sube la percepción de inseguridad, sin correlato objetivo en las estadísticas. Eso, sin duda, es manifestación de esta crisis que hace que desconfiemos de manera permanente del otro.

Chile sigue siendo un país seguro. Sí, seguro, pese a todos los delitos que se cometen. Pero nos hacen creer que no es así. Aquí es donde surgen los alguaciles del orden, que recogen estas legítimas sensaciones ciudadanas y las convierten en proyectos, mociones e indicaciones que han trastocado un código que fue, en su momento, un ejemplo para el resto de América Latina. Le llaman a esto populismo penal.

Quiero sólo terminar diciendo, “señores sheriffs y alguaciles”, que pese a vuestros exitosos proyectos, no han logrado desalentarnos. Tenemos eso que ahora llaman resiliencia. Somos como esos monos porfiados de los taxis. Nos caemos diez pero no levantamos otras tantas.

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