Sala de Prensa

14/09/2016

Columna de opinión:

La gran responsabilidad de ser policía

El siguiente articulo, escrito por el Defensor Regional del Maule, José Luis Craig, fue publicado por el diario el Centro de Talca el martes 13 de septiembre de 2016.

José Luis Craig, Defensor Regional del Maule.

José Luis Craig, Defensor Regional del Maule.

José Luis Craig Meneses,
Defensor Regional de Maule.

El título de la columna parafrasea lo que el Tío Ben le dice al sorprendente Hombre Araña antes de morir, y lo que nos invita a reflexionar, en el fondo, es que mientras más poder y atribuciones tenga una persona, más responsabilidad debe mostrar en el uso de ellos.

De por sí, ser policía y estar autorizado por el contrato social y la ley para usar armas de fuego, a fin de imponer el orden que la sociedad se ha dado, incluso por la fuerza, ya es un monopolio sin contrapeso y que obliga a un desempeño más que diligente y muy prolijo.

Pero si a ello le sumamos que, bien o mal, cada vez más la ciudadanía y los parlamentarios les dan más y más atribuciones, la situación de nuestro compatriotas de uniforme y civil que abrazan la carrera policial es más exigente aún.

En efecto, la facultad de controlar la identidad casi a discreción, de registrar nuestras vestimentas y hogares, de llevarnos a un cuartel policial por largas horas, no son las más poderosas atribuciones que nuestra legislación les ha ido concediendo cada vez más abundantemente.

Existen técnicas de investigación que, en palabras simples, pueden convertir a un policía en un miembro de una organización delictual y, aún más, lo pueden instigar a cometer delitos en tales circunstancias, siendo obviamente amparado por el ordenamiento jurídico, que no castiga sus eventuales acciones ilícitas en el marco de una investigación criminal.

Así, existen los 'agentes encubiertos', que son los funcionarios policiales que ocultan su identidad y se involucran o introducen en las organizaciones delictuales o en meras asociaciones o agrupaciones con propósitos delictivos, y los 'agentes provocadores o reveladores', agentes de policía que actúan de modo encubierto y provocan a otra persona a cometer un delito o actos ilícitos.

Estas técnicas fueron concebidas originalmente para combatir el crimen organizado y peligroso, como son los narcotraficantes o terroristas. Fue en este contexto, en una causa de drogas en Constitución, en que recientemente la Excelentísima Corte Suprema anuló el juicio y la sentencia, por haberse omitido el único requisito que la Ley  N° 20.000 establece como formalidad para una institución que habilita a la policía a instigar la comisión de un delito, como es que quede constancia de la autorización del fiscal del caso en la carpeta de investigación.

Lo anterior, al parecer, no es la única ocasión en que este “olvido” ha hecho caer toda una investigación, ya que en diario El Mercurio del viernes pasado aparece una nota que indica que además del caso del Maule ya reseñado, este error se ha cometido en varias causas más en el país.

Por la gravedad, los perniciosos efectos de su mal uso y la especialidad de estas técnicas de investigación es que tradicionalmente estaban reservadas a delitos graves, pero la recientemente publicada 'agenda corta anti delincuencia' permite el uso de esta técnica en delitos como el robo, algunas clases de hurtos, los delitos contra la ley de control de armas, la receptación, el abigeato…

Es decir, delitos de mediana intensidad y más común ocurrencia, por lo que corremos el riesgo de que prolifere su uso. Por lo cual, ante este gran poder, los ciudadanos deben exigir un mínimo de responsabilidad en su uso, como por ejemplo que se pidan las autorizaciones respectivas en los casos en que realmente vale la pena usar una técnica tan riesgosa y de tamaño calibre.

Por último, si a lo anterior le sumamos las lamentables formalizaciones de bandas de policías activos en las regiones Metropolitana y Biobío, que cometían -al parecer- toda clase de delitos, invito al lector a deliberar y pensar mejor en cuántas atribuciones merecen tener en sus manos estas personas, para aminorar nuestros propios riesgos.

  • subir
  • imprimir
  • volver

DPP - Av. Bernardo O'Higgins 1449 Pisos 5 y 8, Santiago - Cód. Postal: 8340518 - Teléfonos +56 443 686 800 | +56 443 686 890