Sala de Prensa

02/06/2017

Columna de opinión del Defensor Regional de O'Higgins

Protección social versus delincuencia

El siguiente artículo, publicado en el Diario El Tipógrafo, fue escrito por Alberto Ortega.

Alberto Ortega Jirón, Defensor Regional de O'Higgins.

Alberto Ortega Jirón, Defensor Regional de O'Higgins.

Por Alberto Ortega Jirón,
Defensor Regional de O'Higgins.

La Fundación “Paternitas”, una entidad destinada al trabajo de rehabilitación de personas que han pasado por la cárcel, señaló mediante uno de sus estudios, que de cada 10 condenados 7 eran hijos de delincuentes. Es decir, la prueba más concreta del círculo del fenómeno delictual (www.paternitas.cl)

Por otra parte, doña Doris Cooper, socióloga y criminóloga de la Universidad de Chile, sostiene al respecto que “La relación entre padres y delincuencia es bastante escasa, según los estudios científicos que he hecho. Solamente el 8 por ciento de los condenados y de los jóvenes con problemas con la justicia han tenido padres o madres relacionados con la delincuencia, ya sean ladrones o traficantes de drogas” (www.australosorno.cl). 

La discusión no es menor. La procedencia de la delincuencia en el país, la región y en nuestra comuna puede ser un dato fundamental para comprender el fenómeno, si se quiere realmente enfrentarlo en serio y sin demagogias.

En esta oportunidad me quedaré con la opinión de Cooper. Nuestra Sexta Región tiene a esta fecha la (escalofriante) cantidad de 3 mil 500 adultos encarcelados y 35 niños en el CIP-CRC de Graneros. Y es verdad, no tenemos ningún estudio que avale que el 70 por ciento de ellos sean hijos de delincuentes.

Un paréntesis. Un informe presentado por el Instituto Latinoamericano de las Naciones Unidas para la Prevención del Delito y el Tratamiento del Delincuente (Ilanud) indicó que Chile es la nación latinoamericana con la tasa más alta de encarcelados, con 318 presos por cada 100 mil habitantes, seguido por Panamá y El Salvador (países que, a diferencia de Chile, tienen niveles de delincuencia calificados de epidémicos). Pues bien, la región de O`Higgins tiene una tasa de 386 presos por cada 100 mil habitantes. ¿Por qué? 

Según Cooper, el origen de la delincuencia común no se aprende de los padres, sino que surge de la llamada economía informal alternativa e ilegal, que consiste en un sistema que opera al margen de todo lo establecido.

“Esto funciona paralelamente a la economía formal, en la cual se van insertando en la actualidad niños y jóvenes. Tiene que ver con la marginación, la falta de acceso a la estructura de oportunidad, con padres y madres desempleados. Incluso muchos niños no se pueden levantar de la cama porque no tienen ni ropa. Entonces, cuando algunos de ellos tienen la oportunidad de salir a la calle, algunos se integran a pandillas o al consumo de drogas y alcohol; o también a la comisión de delitos contra la propiedad o tráfico de drogas”, señala.

Permítame ahora el siguiente ejercicio: Chile y El Salvador son los países con mayores índices de encarcelados en la región. El Salvador, un país pobre y convulsionado, nos enseñó una lección valiosa. En materia de delincuencia la mano dura, la tolerancia cero y la represión NO SIRVEN. Es más, empeoran el fenómeno.

Un estudio de Bernardo Kliksberg, “Mitos y realidades sobre la criminalidad en América Latina”, señala que en El Salvador se trató de encarar el crecimiento de las pandillas juveniles con leyes de 'mano dura', en 2003, y leyes de 'súper mano dura', en agosto de 2004. Sin embargo, el número de homicidios siguió creciendo todo el tiempo”. En algunas cárceles se produjeron masacres y en ellas las pandillas adoptaron estructuras nacionales y organizadas con liderazgos firmes y mucho más violentos.

SÍNTESIS
1. La delincuencia es un fenómeno multicausal. es posible que sea aprendido parentalmente, pero esa conclusión no tiene un asidero científico y lo más probable es que se genere por la falta de oportunidades educacionales, laborales y afectivas.

2. Sea cual fuere su germen, está claro que más cárceles y leyes que aumenten las penas y políticas de mayor represión, ni remotamente solucionarán el dilema social. Es más, lo agravarán al provocar una 'criminalización de la pobreza'. De allí que esas leyes especiales, que prometen acabar con el fenómeno, son solo voladero de luces.

3. En cambio, aquellos países en que han apostado por invertir más en oportunidades de educación y capacitación a condenados -en Costa Rica les buscaron trabajo y los acompañaron en sus fases de reinserción- tuvieron notorios descensos o estancamiento de la delincuencia.

4. La apuesta es sencilla, aunque lo será en contra de un sector de la ciudadanía que muchas veces preferirá la cárcel y el castigo, motivada y desinformada por el populismo penal y que no quiere ver cómo los recursos públicos se 'despilfarran' en delincuentes que son premiados con programas y proyectos.

5. La solución a largo plazo: más protección social, más Sence, mejores programas Fosis, más OPD's en los municipios, mejor Plan Auge y mejor Sename. En fin, más oportunidades y menos cárceles.      

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