Sala de Prensa

02/11/2017

Columna de opinión:

¿El sistema funciona sólo si condena?

El siguiente artículo, escrito por el Defensor Regional de Arica y Parinacota, fue publicado en el diario de La Estrella de Arica.

Claudio Gálvez, Defensor Regional de Arica y Parinacota.

Claudio Gálvez, Defensor Regional de Arica y Parinacota.

Por Claudio Gálvez Giordano,
Defensor Regional Arica y Parinacota.

A días del polémico veredicto del llamado caso Luchsinger Mackay (aún no se conoce el fallo completo, sólo la decisión sobre absolución o condena) y tras haber escuchado a distintos personeros, políticos, candidatos varios y el bullicio de las redes sociales, uno puede razonablemente preguntarse qué está ocurriendo en la mentalidad de nuestra sociedad.

¿Es que el sistema sólo “funciona” si condena y “fracasa” cuando absuelve? ¿Realmente creemos que está pensado para que el juicio oral lleve necesariamente aparejada una condena, de modo que una absolución sería expresión de un fallo sistémico irremediable?

Para que una persona sea condenada, su participación en un delito debe probarse más allá de toda duda razonable. Para lograr aquello, los organismos encargados de la persecución penal tienen todo el poder del Estado a su disposición y, para asegurarse de que este poder se emplee dentro de los límites de la ley, debe someter el resultado de su investigación al escrutinio de una judicatura independiente, que no hace suyo ninguno de los intereses en disputa, sino que resuelve con apego a la ley y tutelando los derechos fundamentales de los ciudadanos.

Si la Fiscalía en el juicio no logra superar el estándar y no es capaz de comprobar que se cometió el delito y que en éste les cabe una participación culpable a los imputados, un tribunal imparcial tiene la obligación de absolver. Esta absolución, entonces, sería precisamente una muestra de que el sistema funciona.

Lo horrible o detestable del crimen que se cometió no puede llevarnos a olvidar que pasar estos principios por alto puede significar que un inocente sea condenado y, en consecuencia, que el verdadero culpable siga impune en libertad. Si algo debiera preocuparnos, es más bien el hecho de que el uso intensivo de la prisión preventiva, agravado por un uso indiscriminado de una legislación antiterrorista obsoleta y absurda, llevaron a que casi una docena de inculpados hayan estado un año y medio presos mientas duraba la investigación, para después ser encontrados inocentes. Ese sí es un fracaso del sistema.

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