26/02/2009
Más y mejor difusión
Columna publicada en el Mercurio de Antofagasta
Por Ignacio Barrientos, Asesor Jurídico Defensoría Regional de Antofagasta
Debo comenzar haciendo una confesión. Soy cliente habitual del Café del Sol, Peña-Pub ubicada en Esmeralda con Copiapó. Y digo una confesión no porque crea que es un delito que cometo los fines de semana, sino porque simplemente es una parte de mi vida privada que elijo revelar con un objetivo que explico a continuación.
Hay pocos lugares en esta ciudad en que un afuerino o un trabajador foráneo, como yo, puede encontrar el grado de familiaridad y transversalidad social que existe en el Café. No hace falta más que desembarazarse de la “lata” de llegar solo para comprobar que se es bien acogido, incluso superada las primeras miradas inquisitivas. Con espíritu llano y buen ánimo comienza una entretenida y distendida conversación sobre lo humano y lo divino. Se suelen escuchar pachotadas propias de la noche, pero también he oído lúcidas divagaciones filosóficas. Más de alguna vez he sido requerido a responder concisas preguntas sobre aspectos legales, así como se ha cuestionado, a veces con justificación, el área en que trabajo diariamente: el sistema procesal penal.
He debido esforzarme no sólo para que mi interlocutor me escuche por el ruido ambiente, sino que para tratar de explicar lo más breve y “lúdicamente” el significado de un juicio oral, la defensa técnica, los derechos de las víctimas y de otros aspectos. En fin, lo que intento decir es que la gente común y corriente tiene interés en conocer estas materias. Y no sólo eso, sino que tiene derecho a estar bien informada.
Esta es una cuestión relevante, pues pareciera que existe cierta tendencia a creer que, después de 9 años de vigencia, el sistema procesal penal se explica por sí solo. Y eso no es así. Persisten las dudas, la inquietud y la desconfianza. No voy abogar por campañas de difusión en los bares. No vaya creer alguien que me estoy ofreciendo. Suficiente con la confesión preliminar.
Por lo que sí abogo es por la disminución de la brecha que existe entre la gente que diseña políticas públicas de difusión y los destinatarios de las mismas. Hay que atreverse a ampliar el universo de la difusión. Hay que preguntar qué imagen proyectamos como instituciones, para mejorar en calidad, eficiencia, eficacia y, sobre todo, en humanidad. Hay que perder el miedo a la opinión del “ciudadano/a de a pie”. Sólo de esta forma podremos transformar la democracia en un quehacer cotidiano.
Hay que atreverse a salir por preguntas de la sociedad viva; de esa gente que ríe, llora, baila, trabaja y sueña. El único peligro es toparse de pronto con unos ojos luminosos como los que vi hace algún tiempo. Y eso, tiene solución.
A mis amigos/as del Café del Sol, ¡Salud!
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