23/03/2009
Normalidad peligrosa
Carta al Director, de Leonardo Moreno, Defensor Regional Metropolitano Norte, publicada en El Mercurio
Sr. Director: Si en el bullado y escabroso caso de “La Quintrala” a la prensa y a la opinión pública le ha llamado la atención la negativa de la imputada a declarar ante los fiscales pese a su intención inicial de hacerlo, la gente debe saber que ello constituye una reacción lógica de la defensa a una mala práctica que se está haciendo frecuente en algunos fiscales. Cuando un imputado renuncia a su derecho a guardar silencio, normalmente significa una gran ayuda para el Ministerio Público ya que le permite confirmar hechos, detectar contradicciones, abrir líneas de investigación, e incluso obtener confesiones. Ello aunque en el juicio oral el imputado mantenga su derecho a no declarar. Sin embargo, en muchas causas en que los imputados acceden a hablar ante el fiscal, éstos se encuentran en el interrogatorio con que está presente también un policía. “Esto es normal”, afirmó un vocero de la fiscalía al comentar las razones de la defensa para no declarar en esas condiciones. Pero muchos defensores han vivido la experiencia de encontrarse con que en el juicio, el fiscal cita a declarar al susodicho policía como “testigo de oídas” para reproducir las expresiones del acusado, con lo que se menoscaba, en su esencia, el derecho del imputado a no prestar testimonio en juicio. Sin desconocer las pruebas que el Ministerio Público pueda tener en este caso, el hecho es que los defensores en la causa seguramente estimaron que esta práctica podría atentar gravemente los derechos de su defendida. Y el problema de la fiscalía es que si insisten en interrogar con policías-testigos, más imputados se abstendrán de declarar. Que algo se torne habitual, no significa que sea normal, menos si no tiene justificación. Tal como dice el destacado jurista y profesor Raúl Tavolari, “…no resulta admisible, en cambio, que para ser usados como testigos en el juicio posterior, agentes policiales asistan al interrogatorio al que el fiscal somete al imputado, (…) porque asistir a los interrogatorios no es función policial”. Ahora el fiscal de esta causa que tanto preocupa al país se ve en la situación de que si insiste en que un policía esté presente, simplemente se quedará sin esa relevante declaración. Más allá del caso puntual, lo gravitante es percatarse de lo que significa para una infinidad de imputados -muchos de ellos eventualmente inocentes-, estar expuestos a esta generación de testigos en su contra, sin que nadie les advierta. Se reafirma nuevamente lo esencial que resulta la presencia del defensor en estas diligencias, garantía no siempre respetada por los fiscales. Basta recordar la peculiar confesión obtenida de Claudio Soza Zamorano y lo que habría ocurrido -de no mediar los hechos posteriores- en un eventual juicio en su contra si él hubiera decidido no declarar o rectificar su auto inculpación en el crimen del ex esposo de Pilar Pérez. Con seguridad el policía eventualmente presente en el interrogatorio, habría sido el testigo estrella de la fiscalía en su pretensión condenatoria. Atte. Leonardo Moreno Holman Defensor Regional Metropolitano Norte
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