Sala de Prensa

24/09/2009

La Bandera

La siguiente columna de opinión, escrita por el asesor jurídico de la Defensoría Regional de Antofagasta, fue publicada el pasado martes 22 por El Mercurio de Antofagasta.

La bandera suscita muchas emociones y sentimientos. Hay quienes juran frente a ella o se cubren en momentos de triunfo; otros la guardan como objeto sagrado o le dedican versos que aprendemos de niño. Yo tengo mucho respeto con cada una de esas manifestaciones, aunque no soy particularmente de los que llegan a las lágrimas. No se me vaya a malinterpretar: no quiero ser italiano.

En las fiestas patrias la bandera ocupa siempre el lugar más alto. Las emociones corren fáciles, la comida típica atiborra las mesas, el vino (chileno, por supuesto) humedece las gargantas y embriaga los espíritus, la cueca salta a la pista. Todo es jolgorio. Y está bien. No tengo nada contra eso y quienes me conocen lo saben.

Sin embargo, quisiera que la bandera sirviera también para imaginar un país distinto, un país en permanente fiesta, pero una fiesta de unidad, igualdad y justicia. Sí, porque la bandera como símbolo patrio tiene también razones. Una, sin duda, es la identificación con valores tales como la valentía, el cumplimiento del deber, el esfuerzo, la solidaridad, etc. 

Pero me gustaría agregar a esos valores solo uno más: el respeto. Los chilenos siempre creemos que somos los más valientes, los más esforzados, los mejores de América. Pero a veces somos tan  chovinistas, machistas, homofóbicos, discriminadores. En suma, irrespetuosos e injustos.

No logramos nada con tener nuevos procedimientos en lo penal, laboral y familia e invertir en infraestructura. Una administración de justicia con más recursos no hace necesariamente más justo a un país. La justicia, como valor social, se obtiene con más y mejor educación en las escuelas, en las casas, en la TV, en la prensa en general. Eso es lo que cambia la fibra de los países.   Por ello, debiéramos recordar que si existe una bandera es por cada uno de nosotros. Este es su verdadero significado. No simboliza sólo un territorio, nos representa en nuestra humanidad particularizada o local. Existe para recordarnos a cada uno lo valioso y único de nuestras vidas.

Ignacio Barrientos Pardo, Asesor Jurídico, Defensoría Regional de Antofagasta.

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