Sala de Prensa

14/10/2009

El negocio del miedo

La siguiente columna de opinión, escrita por el Defensor Regional de O'Higgins, fue publicada el pasado viernes por el diario El Rancagüino.

“Un alto porcentaje de los ciudadanos de la comuna de Rancagua cree que la delincuencia aumentó”. Esta es  una de las conclusiones que arrojó la Cuenta Pública 2009 que entregaron -el día 29 de septiembre pasado- las Comisarías 1ª y 3ª relativas a la capital regional. Sin embargo, en el mismo documento se señala que si bien el 81,8 por ciento piensa que la delincuencia aumentó a nivel país, las cifras a nivel comunal de la percepción de temor disminuyeron en un 3.37%, en tanto, casi el 62% de la población cree que la delincuencia se mantuvo o disminuyó.

Es decir, a nivel país y a nivel de barrio las cifras son paradójicas; los vecinos creen que en Chile se delinque más, pero no en su barrio o entorno.

Existe actualmente, por cierto, una sensación real de inseguridad en la ciudadanía, cuya justificación posiblemente está en un aumento que registró la delincuencia a partir de 1995 y, en especial, a partir de 2000. Pero desde el 2003, y en eso coinciden los datos del Gobierno con los de la Fundación Paz Ciudadana/Adimark, las cifras de delitos efectivamente se han estancado.

El índice de victimización en Rancagua, dice Carabineros, ha disminuido durante los últimos años, llegando el 2008 a un 32,13 por ciento, registrando una disminución de un 5.58 respecto al año 2005. Aunque las cifras no permiten afirmar que existe una tendencia a la baja en la delincuencia, tampoco indican que se haya recuperado la curva al alza.

Pero en los últimos años ha aumentado en Chile de un modo muy llamativo la preocupación general por la delincuencia y el miedo al delito. Quizás sea una conclusión precipitada el atribuir tal fenómeno exclusivamente al tratamiento informativo de la criminalidad, pero la influencia de los medios de comunicación se muestra como una explicación más que plausible. Las noticias sobre delincuencia, en especial sobre la delincuencia callejera, garantizan siempre la atención de los televidentes y lectores. A ello se añaden campañas políticas y mediáticas particularmente intensas en períodos próximos a procesos electorales.

La tasa de delincuencia se mantiene bastante estable en los cinco años, mientras que el volumen de noticias de sucesos experimenta variaciones mucho más pronunciadas.

¿La sangre, el asesinato, la tragedia y el dolor venden más que las buenas noticias? ¿Aunque el precio de vender o captar votos, sea el que la ciudadanía camine presa del miedo por sus propias calles? ¿Quien asumirá la responsabilidad por el costo sicológico de aterrorizar a la población?  Sólo fíjese con qué noticias se abren los noticiarios en ciertos canales de televisión y en el rango de tiempo que en esos medios se dedica a noticias interesantes, enaltecedoras, propositivas, educativas o graciosas.

Aunque cueste creerlo, en Chile los índices de criminalidad son normales y bajos para la población y nuestros niveles de educación y pobreza nacional. Las instituciones funcionan, aunque no para aquellos que el temor es un buen negocio y continúan vociferando conceptos populistas como el de “la puerta giratoria” de los tribunales y el reino del caos en las ciudades.

Alberto Ortega Jirón, Defensor Regional de O’Higgins.

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