Sala de Prensa

19/10/2009

"Del Puñal al Pincel"

Así se llamó una actividad pro rehabilitación efectuada en el Centro de Cumplimiento Penitenciario de Copiapó y en el CIP-CRC de Paipote, que estuvo a cargo del artista plástico peruano Luis Cueva Manchego -LU.CU.MA.-, un ex reo rehabilitado, y del pintor-chef chileno Adolfo Torres Frías.

El patio de mujeres del Centro de Cumplimiento Penitenciario de Copiapó no amanece como todos los días. Es una jornada especial para 20 internos, entre hombres y mujeres, que reciben la visita de Luis Cueva Manchego -LU.CU.MA.-, un ex reo peruano que alcanzó su rehabilitación a través del cariño y del arte. El Defensor Regional de Atacama, Francisco Nehme Carpanetti, da la bienvenida a todos los presentes y asegura que “esta actividad significa un gran aporte a la rehabilitación de los internos de Copiapó, ya que para la Defensoría Penal Pública el trabajo no termina en tribunales, pues la institución tiene un gran interés y compromiso en apoyar a sus beneficiarios”. Le toca la palabra a LU.CU.MA. Es un moreno corpulento vestido de militar que, agradecido por la oportunidad de contar su experiencia en los penales chilenos y con la autoridad que le da haber pasado más de dos décadas encerrado, aclara que “estuve en prisión por homicidio, asalto, lesiones y por huevón. Ahora hago pinturas sobre el dolor. Mis cuadros hablan de maltratos, del sufrimiento de los presos en la prisión, trato de dar a conocer el mundo real de los penales”. Acto seguido se da paso al taller “Del Puñal al Pincel”, que tiene por finalidad realizar un intercambio de experiencias y técnicas plásticas con los internos, quienes valoran la presencia del artista peruano y su afán por compartir su experiencia de vida y sus habilidades. Cueva Manchego asegura luego que “la actividad de hoy fue una maravilla. He visto el entusiasmo que le han puesto los muchachos, han trabajado conscientemente, aunque algunos han hecho sus travesuras. Para mi ha sido una gran experiencia, la cual llevaré a Perú y con los trabajos que me llevo, les mostraré a los compañeros de los distintos penales el interés de los chilenos recluidos por cambiar”. Por la tarde es el turno de los jóvenes internos de Paipote, quienes entusiastas participan de la charla-taller del ex recluso y escuchan atentos su historia personal, que habla del duro camino de la rehabilitación hacia la libertad. La actividad, organizada por la Defensoría Regional de Atacama, el Consejo  de la Cultura y Las Artes, Gendarmería de Chile y el Servicio Nacional de Menores de Atacama, es reporteada con interés por los distintos medios regionales, que destacaron la iniciativa y la valiente historia de recuperación del artista. LU.CU.MA. es poseedor de una obra plástica impactante, tanto en el manejo de técnicas y soportes, como también en las temáticas y los conceptos que la estructuran. De hecho, junto a un grupo de artistas peruanos fue invitado a la "Primera Trienal de Artes Visuales en Chile 2009", donde el grupo presentó sus obras en el Museo de Arte Moderno de Santiago.

UNA HISTORIA DE SUPERACIÓN Luis Cueva Manchego nació a principios de la década del 40 en el marginal sector de "Barrios Altos”, en Lima, en donde a muy temprana edad quedó huérfano de padre y madre, comenzando una arriesgada vida callejera que culminó en continuas detenciones como menor de edad. Por el desamparo, la marginación y la pobreza que lo afectaban comenzó a delinquir habitualmente hasta que, debido a los procesos sociales y políticos ocurridos en las últimas décadas en Perú, adhirió a una serie de conflictivos escenarios como la lucha armada guerrillera y el narcotráfico, por lo que pagó variadas condenas, que sumaron 23 años de su vida en distintos penales peruanos. Durante este tiempo, siempre sintió un fuerte impulso por las artes plásticas, realizando trabajos que decoraron penales, celdas y patios de reclusos, lo que llamó fuertemente la atención del párroco de la prisión de Pucallpa. Esta relación, llena de consejos y de muestras de confianza, logró la temprana libertad de Cueva Manchego, quien nunca más volvió a reincidir. Esta rehabilitación se debió exclusivamente al cariño, la oportunidad y la confianza que el párroco depositó en Luis, transformándose en la única persona que lo trató con cariño y generosidad, estímulos que nunca antes había experimentado. Ese fue el primer paso para que luego de 10 años como pintor rehabilitado y callejero, fuera descubierto por el famoso historiador de arte Gustavo Buntix, quien instaló a Cueva Manchego en la cresta de la ola del actual arte contemporáneo del Perú.

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