Sala de Prensa

10/02/2010

Protección social versus delincuencia

La siguiente columna de opinión, escrita por el Defensor Regional de O'Higgins, fue publicada hoy por el diario El Rancagüino.

La Fundación “Paternitas”, una entidad destinada al trabajo de rehabilitación de personas que han pasado por la cárcel, señaló mediante uno de sus estudios que “de cada 10 condenados, 7 eran hijos de delincuentes”. Es decir, la prueba más concreta del círculo de fenómeno delictual (www.paternitas.cl).   Por otra parte, Doris Cooper -socióloga y criminóloga de la Universidad de Chile- sostiene al respecto que “la relación entre padres y delincuencia es bastante escasa, según los estudios científicos que he hecho. Solamente el 8 por ciento de los condenados y de los jóvenes con problemas con la justicia han tenido padres o madres relacionados con la delincuencia, ya sean ladrones o traficantes de drogas…” (www.australosorno.cl).

La discusión no es menor, saber de dónde proviene o se genera la delincuencia en el país, la región y nuestra comuna es un dato fundamental para comprender este fenómeno y enfrentarlo en serio y sin demagogias.   En esta oportunidad, me quedaré con la opinión de Cooper. Nuestra Región de O’Higgins tiene a esta fecha la (escalofriante) cantidad de 2 mil 955 adultos encarcelados y 58 niños en el CIP CRC de Graneros, y es verdad, no tenemos ningún estudio que avale que el 70 por ciento de ellos sean hijos de delincuentes.

Un paréntesis: en un informe presentado por el Instituto Latinoamericano de las Naciones Unidas para la Prevención del Delito y el Tratamiento del Delincuente (ILANUD) se indicó que Chile es la nación latinoamericana con la tasa más alta de encarcelados con 318 presos por cada 100 mil habitantes, seguido por Panamá y El Salvador (países que a diferencia de Chile tiene niveles de delincuencia calificados de epidémicos). Pues bien, la región de O`Higgins tiene una tasa de 386 presos por cada cien mil habitantes. ¿Por qué?

Según Cooper, el origen de la delincuencia común no se aprende de los padres, sino que surge de la llamada Economía Informal Alternativa e Ilegal, que consiste en un sistema que opera al margen de todo lo establecido. “Esto funciona paralelamente a la economía formal, en la cual se van insertando en la actualidad niños y jóvenes. Tiene que ver con la marginación, la falta de acceso a la estructura de oportunidad, con padres y madres desempleados. Entonces, cuando algunos de ellos tienen la oportunidad de salir a la calle, algunos se integran a pandillas o al consumo de drogas y alcohol; o también a la comisión de delitos contra la propiedad o tráfico de drogas”, señala la criminóloga.

Permítame ahora el siguiente ejercicio: Chile y El Salvador son los países con mayores índices de encarcelados en la región. El Salvador -un país pobre y convulsionado- nos enseñó una lección valiosa. En materia de delincuencia la mano dura, la tolerancia cero y la represión NO SIRVEN. Es más, empeoran el fenómeno.

Un estudio de Bernardo Kliksberg (“Mitos y Realidades sobre la Criminalidad en América Latina”) señala que en El Salvador se trató de encarar el crecimiento de las pandillas juveniles con leyes Mano Dura en 2003 y leyes Supermano Dura en agosto de 2004. Sin embargo, “el número de homicidios siguió creciendo todo el tiempo”. En algunas cárceles se produjeron masacres y en ellas las pandillas adoptaron estructuras nacionales y organizadas con liderazgos firmes y mucho más violentos.   SÍNTESIS: 1.- La delincuencia es un fenómeno multicausal. Es posible que sea aprendido parentalmente, pero esa conclusión no tiene un asidero científico y lo más probable es que se genere de la falta de oportunidades educacionales, laborales y afectivas.

2.- Sea cual fuere su germen, está claro que mas cárceles y leyes que aumenten las penas y políticas de mayor represión ni remotamente solucionarán el dilema social. Es más, lo agravarán al provocar una “criminalización de la pobreza”.

3.- En cambio, aquellos países en que han apostado a invertir más en oportunidades de educación y capacitación a condenados (Costa Rica), que les buscaron trabajo y los acompañaron en sus fases de reinserción, tuvieron notorios descensos o estancamiento de la delincuencia.

4.- La apuesta es sencilla, aunque la ciudadanía muchas veces preferirá la cárcel y el castigo y no ver cómo los recursos públicos se “despilfarran” en delincuentes que son premiados con programas y proyectos. Se debe apoyar el debate en propuestas y análisis científicos y no mera visceralidad.

5.- La solución a largo plazo: más protección social, más Chile Crece Contigo, mejor Programa Puente, más OPDs en los municipios, mejores Plan Auge y Sename. En fin, más oportunidades y menos cárceles.        Por Alberto Ortega J., Defensor Regional de O´Higgins.

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