Sala de Prensa

08/03/2010

Adolescentes infractores de ley y reos de las cárceles de la Sexta Región se la juegan por la solidaridad

Mientras los jóvenes del sistema semi cerrado del Sename se ofrecieron de voluntarios para clasificar y cargar la ayuda destinada a las comunas más afectadas, los internos de los penales de Santa Cruz y Peumo donaron sus panes para las víctimas del terremoto.

Frente al dolor y la destrucción que vemos a diario en las calles de la Sexta Región  y en los medios de prensa, el espíritu solidario aflora en cada chileno, incluso en aquellos que están privados de libertad y que con la distancia propia del encierro sufren por sus familias y por un país devastado. Quizás por lo mismo, los internos de las cárceles de Peumo y Santa Cruz quisieron donar parte de su alimentación para hacerla llegar a las víctimas del terremoto y posterior tsunami que afectó a gran parte del país. Y mientras en Santa Cruz esta ayuda la canalizan a través de las juntas de vecinos y de Bomberos, en Peumo son los mismos gendarmes quienes llevan esta cooperación a los lugares más afectados de esa comuna. Según el alcaide del penal de Peumo, capitán Yanko Pastén, “fue una iniciativa que nació el domingo pasado desde los mismos internos, quienes afectados por las imágenes que ven en la televisión decidieron donar su pan y los víveres de su rancho para las víctimas del terremoto. Esto se traduce diariamente en 74 kilos de pan y una cantidad indeterminada de alimentos no perecibles, que son repartidos en la población por nuestros funcionarios”.

JÓVENES INFRACTORES AL SERVICIO DE LA SOCIEDAD El espíritu solidario también hizo eco en los adolescentes infractores que permanecen en el sistema semi cerrado del Sename, quienes ante el llamado de sus tutores y educadores respondieron de inmediato para ponerse a disposición del equipo que organiza el despacho de la ayuda desde la sede del Hogar de Cristo, ubicada en calle Alcalde Pedro José Campos. A las nueve de la mañana llegaron al centro de acopio y comenzaron un trabajo que se extendió por ocho horas, en las que fueron uno más del equipo y se motivaron con este espíritu solidario y de servicio. La sicóloga del semi cerrado, Shu Yen Lam -quien acompañó a estos jóvenes- manifestó que “dentro del trabajo de resocialización de estos chiquillos, el tema de la empatía es fundamental, y en esta situación ellos supieron trabajar en equipo, someterse a las normas y a las órdenes de un líder, lo que habla muy bien de la posibilidad de reinserción de estos jóvenes”.

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