Sala de Prensa

26/07/2010

Puerta giratoria

El siguiente artículo, escrito por el egresado de derecho Cristián Malebrán -quien efectúa su práctica profesional en la Defensoría Regional de Tarapacá- fue publicado en el diario La Estrella de Iquique.

Esta expresión se usa constantemente para acusar una supuesta indulgencia del sistema de justicia criminal. Sea en conversaciones cotidianas o incluso hasta en debates presidenciales, tal expresión ocupa un rol protagónico cuando se discute cómo sancionar a los que cometen delitos.

Ese planteamiento crítico busca mayor dureza. Entonces, ¿debemos exigir que se aumenten las penas? ¿Dejaremos que sean menos los requisitos para enviar a alguien a prisión preventiva?

Hasta el momento, la respuesta ha sido más bien afirmativa. Ello se desprende de varias normas que materializan tales reacciones del aparato estatal en el castigo y prevención de delitos. Sin embargo, pese a esta corriente represiva del Estado, los índices delictuales no disminuyen y la sensación de inseguridad aumenta.

Tal percepción se produce a pesar de que hoy, de cada 100 solicitudes de prisión preventiva 97 son acogidas. Actualmente hay más personas privadas de libertad que en el sistema inquisitivo anterior. Sólo en nuestra región en 2009 se decretaron 36 sentencias absolutorias, en las cuales 29 personas habían sido privadas de su libertad, sea por prisión preventiva o internación provisoria. De acuerdo con datos obtenidos por el Instituto Latinoamericano de las Naciones Unidas para la Prevención del Delito y el Tratamiento del Delincuente (Ilanud), Chile es el país con más encarcelados en Latinoamérica.

Pese a lo último se insiste en tales políticas, mas no debemos olvidar que necesariamente más control significa menos libertad. La pregunta entonces es: ¿A cuánta libertad estamos dispuestos a renunciar para sentirnos más seguros?

Es entendible escuchar a las víctimas pedir, en medio de su dolor, el mayor mal a quien generó su tragedia; a ellos todo mi respeto. Pero parece que el bien común al que están mandatados quienes nos gobiernan va más allá de pronunciarse sólo sobre las consecuencias inmediatas de los ilícitos cometidos. En sus manos está el aplicar una política que descubra y ataque las causas que generan esta problemática.

Por medio de esta columna proponemos debatir con reflexiones sobre datos que muchas veces pasamos por alto. Así podremos enriquecer una política criminal eficiente, ponerla en práctica y romper el paradigma engañoso de la puerta giratoria.

Por Cristian Malebrán Eyraud, Pasante Defensoría Regional de Tarapacá.

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