29/11/2010
Derribando prejuicios II
La siguiente columna de opinión, escrita por el Defensor Regional de Antofagasta, fue publicada la semana pasada en el diario El Mercurio de esa ciudad.
Desde hace bastante tiempo que el paisaje humano de Antofagasta y de otras localidades de la región ha ido cambiando. Se han agregado rostros y sonrisas de otras latitudes, de países hermanos fundamentalmente.
Chile y la región viven desde los años ‘90 en adelante un nuevo proceso migratorio. Se trata de una migración latinoamericana, de Argentina, Bolivia, Perú Ecuador y Colombia, particularmente.
Atraídos por la estabilidad política y económica que experimenta Chile a partir de esos años, trabajadores y sus familias buscando mejores horizontes de vida se han traslado hasta nuestro país. A nivel nacional son ya cerca de 400 mil y en la región se estiman en cerca de veinte mil quienes recorrieron muchos kilómetros para desarrollar en nuestro suelo patrio sus sueños de prosperidad y realización personal y familiar.
No podemos dar la espalda a este fenómeno, propio de nuestro proceso de desarrollo y de integración con América y el mundo. Cómo hacerlo, si en el pasado miles de chilenos buscaron refugio y atesoraron sus esperanzas en la acogida y el respeto que esperaron y recibieron, sin lugar a dudas, en muchos países del orbe. Cerca de 800 mil chilenos en el extranjero representan esa parte de nuestra historia.
Queremos destacar el trabajo que lleva a cabo el Centro de Asistencia a los Migrantes dependiente de la Escuela de Psicología de la Universidad Católica del Norte. Junto a ellos participamos hace poco de un interesante seminario denominado “Derribando Muros”. Fue una instancia de reflexión y de análisis de la situación del migrante y de sus familias en la realidad regional. Este centro presta orientación y apoyo a los migrantes enfrentados a problemas de adaptación y realización de diversos trámites relativos a su situación de residencia. Escuchamos experiencias que nos hablan de la necesidad de una legislación migratoria y de procedimientos que vayan avanzando cada día más en la senda del respeto y del reconocimiento de los derechos fundamentales y laborales respecto de quienes han optado por aportar con su esfuerzo al desarrollo de la región y del país.
Migración no es signo de criminalidad. Las estadísticas así lo reafirman. A pesar de los prejuicios, esa es la verdad.
Por Pedro Casanueva Werlinger Defensor Regional de Antofagasta.
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