26/11/2010
Un ejemplo de los tiempos difíciles
El Defensor Regional de Tarapacá, Arturo Zegarra Williamson, recordó con este artículo al que fuera Vicario de la Solidaridad, monseñor Sergio Valech (publicación de el diario ciudadano Boyaldia de Iquique).
Esta semana falleció monseñor Sergio Valech Aldunate, un hombre que fue un ejemplo de consecuencia, fortaleza y valentía en la defensa de los derechos humanos.
Su labor tuvo su punto de mayor visibilidad pública cuando asumió como Vicario de la Solidaridad en un momento difícil para sostener, ante los poderes del Estado, que las todas las personas tenían una dignidad y derechos fundamentales que no podían conculcarse arbitrariamente.
Este hombre, que llegó a ser Obispo Auxiliar Emérito del Arzobispado de Santiago, defendió en su oportunidad esos principios con una fuerza que inspirará a través de la historia a todos los que tengan preocupación real y profunda por los derechos sobre los cuales se funda cualquier sociedad moderna. Porque las garantías que colectivamente se han ido valorizando para todo integrante del género humano no son sólo salvaguardas para los estratos más débiles de nuestras comunidades, más que eso son principios que garantizan la construcción de sociedades justas, lo que es un seguro de convivencia armónica que beneficia a todos.
Esos fundamentos tienden a olvidarse fácilmente al calor de las discusiones del día a día en materia de seguridad ciudadana, cuando la opinión pública recibe tantos mensajes que la alarman frente a hechos delictuales. Claro, el temor, el aprecio por la tranquilidad, la seguridad para su familia y para sus bienes convierten al poblador en un drástico castigador que frecuentemente se olvida que los que son acusados de cometer un delito también son personas que tienen derechos inalienables.
Ese frenesí debe ser moderado por quienes tienen roles de liderazgo en la materia, para que no sea la ira la que guíe o norme la convivencia, ni la que decida cómo castigar o cómo prevenir. Monseñor Sergio Valech fue de esos que no quiso olvidarse de ese deber a pesar de las presiones y peligros que entrañaba hacerlo cuando no había un estado de Derecho.
Ahora, que están vigentes las garantías constitucionales para todo habitante de este país, aún cuando se le acuse de cualquier delito, no deberíamos olvidar que ese avance fue también por personas como él. Y el homenaje debería ser: seguir su ejemplo.
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