Sala de Prensa

16/03/2011

Prisión y Día Internacional de la Mujer

La siguiente columna de opinión, escrita por el Defensor Regional de Antofagasta, fue publicada la semana pasada por el diario El Mercurio de esa ciudad.

En todo el mundo se conmemoró la semana pasada el Día Internacional de la Mujer, que recuerda el nacimiento de las luchas sindicales de mujeres obreras por mejores condiciones de vida. Es también un momento para el reconocimiento y para la reflexión. Para reconocer y valorar lo que mujeres muy cercanas nos entregan. Madres, abuelas, hermanas, tías; que en diferentes situaciones han puesto su marca en nuestras vidas y en nuestros destinos.

Es una oportunidad para reflexionar, por lo invisible que a veces parece ser esa entrega y por lo esencial de la misma.

Es un momento para pensar que es posible un mundo mejor y que ese mundo lo será sólo en la medida que más y más mujeres se incorporen al mundo del trabajo asalariado, a los colegios, institutos  y universidades, a las organizaciones  sociales y políticas.

Es una instancia para imaginar un mundo mejor, en que cada vez haya menos mujeres encarceladas en nuestras prisiones. Por un lado, atacando los factores sociales que son fuente -en muchos casos- de  criminalidad en la mujer y, por otra parte, haciendo esfuerzos de imaginación por diversificar las medidas alternativas de cumplimiento de las sanciones penales y por establecer criterios más objetivos y procedimientos más coherentes  con los principios de la reforma procesal penal, en el ámbito de las libertades condicionales y rebaja de condenas por buena conducta.

Para muchas mujeres privadas de libertad, los anuncios de un indulto general constituyen una luz de esperanza. Sin embargo, excluir a priori a las sancionadas por  la Ley 20.000 puede implicar que el impacto de esta medida sea muy menor en las prisiones de nuestra región y en parte importante del norte de Chile.

Que la alegría por estos anuncios no se transforme en tristeza y en dolor de mujeres que anhelan volver al seno de sus familias y reintegrarse a una comunidad que les ofrezca oportunidades de inserción y acogida.

Por Pedro Casanueva Werlinger. Defensor Regional de Antofagasta.

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