Sala de Prensa

23/03/2011

Problema carcelario

La siguiente columna de opinión, escrita por el defensor penal público Roberto Vega Taucare, fue publicada hoy por el diario El Mercurio de Antofagasta.

Bajo el prisma del populismo penal, el anuncio de las modificaciones en la ejecución del cumplimiento de penas es claramente un retroceso de la ideología de la ley y el orden, tan en boga en épocas electorales, tan impúdica cuando se hace carne en seres humanos como el vendedor de CD citado hasta el hastío como ejemplo del tipo de casos que serán favorecidos. 

Tal decisión, a nuestro juicio, va en la dirección correcta como medida de emergencia, a la cual deben seguir profundas modificaciones al sistema de ejecución penal y afrontar una sustantiva reforma penal. En lo primero, resultan cruciales reformas legales que articulen  el control efectivo de la ejecución de la pena, sacándola de todo vestigio regio-administrativo y situándola en el ámbito jurisdiccional, para que el cumplimiento total o parcial de la pena, la modalidad de la misma, la obtención de beneficios, etc., sea debatida   argumentativamente ante un juez de ejecución.

Ello, sobre el eje de la consagración constitucional del derecho a la rehabilitación y resocialización, dotando a Gendarmería o a otro organismo estatal de recursos materiales  y humanos que permitan hacer efectiva tal consagración. 

Junto a ello, claramente resulta evidente que nuestro decimonónico Código Penal requiere una modificación coherente y sistémica, en plena concordancia con la legislación  internacional de los derechos humanos y los estándares del actual sistema de enjuiciamiento penal, de manera que -bajo un nuevo pacto social y democrático- se decida qué conductas son las más graves, cuáles deben ser modificadas, qué sanción aplicar, cuáles deben dejar de ser delictivas o qué circunstancias modifican una sanción.

En este punto, parece de toda lógica retomar el trabajo avanzado en el foro penal como   punto de partida, a objeto de evitar que en unos años más tengamos a la misma cantidad de gente sobrepoblando las cárceles.    

Surge, como un tercer elemento, uno de corte cultural. Esto es que cada uno de nosotros estemos dispuestos a creer en la rehabilitación y resocialización del otro, de un igual, de   otro ser humano. ¡Menudo problema este último!

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