14/03/2011
Uso eficiente de la cárcel
La siguiente carta al director, escrita por el Defensor Regional Metropolitano Norte, Leonardo Moreno Holman, fue publicada en el diario El Mercurio el domingo 13 de marzo.
Señor Director: El problema carcelario es un tema complejo y de una aún más compleja solución. Y como tal, su tratamiento debe ser abordado por expertos. Lamentablemente, la situación en que estamos es producto de que en la última década se ha hecho exactamente lo contrario: las voces que se han escuchado son las que están más lejos de la gente que sabe.
El debate público de la seguridad ciudadana ha sido dominado sin contrapeso por los principales actores del populismo punitivo. Quizás levantaron sus anhelos de castigo a raja tabla para todo infractor de ley con la mejor de las intenciones, pero en estas complicadas materias eso no basta.
Lejos de actuar desde la sabiduría, su inspiración vino de sensaciones u objetivos bastante menos edificantes: temor, histeria colectiva, venganza, posicionamiento mediático, cálculo electoral. Los agoreros de la mano dura, que siempre cuentan con el entusiasta apoyo de la prensa, penetraron la conciencia de la opinión pública con la fantasía de que encarcelando a los delincuentes se terminaría con la “puerta giratoria”.
El susto colectivo llevó a que se aumentaran las penas con el inevitable menoscabo al principio de proporcionalidad y muchos autores de delitos menores comenzaron a sobre saturar las ya hacinadas cárceles.
Alcanzar cualquier record tiene su costo, y el de disputar con sus 54 mil reclusos el primer lugar de presos per cápita en Sudamérica también. Tal como advirtieron los expertos, lejos de convertirse en una solución, Chile tiene en sus cárceles el principal foco de degradación de los infractores de ley.
En este escenario, la decisión de impulsar un proyecto que descongestione las cárceles es muy oportuna y requiere de gran coraje. La tragedia de la cárcel de San Miguel dejó de manifiesto la urgencia de racionalizar los encarcelamientos y, de paso, ha replegado a los críticos pro mano dura. Pero si estas medidas de excepción logran sus objetivos y descomprimen la sobre población en los penales, éstos probablemente al poco tiempo se saturarán de nuevo, ya que las normas que han llevado a esta situación seguirán vigentes.
En consecuencia, el siguiente paso deberá ser legislar acerca de qué delitos leves no deben ser castigados con cárcel, sino que con otro tipo de sanción. Así, infractores de mínima peligrosidad como un mechero de supermercado o un vendedor de películas piratas no ocuparán el escaso espacio carcelario destinado a condenados por delitos violentos, ya que se les castigará realizando trabajos a favor de la comunidad. Es mejor que sean reincidentes del mismo delito leve a que el contagio criminógeno intracarcelario los lleve después a crímenes graves.
El proyecto de racionalizar el uso de la cárcel va por el camino correcto, cuyas etapas posteriores plantean la necesidad de invertir –volviendo a los expertos- en prevención y en rehabilitación. Y la experiencia internacional indica que si esto se focaliza en los adolescentes infractores de ley –ahí sí-, el espacio disponible en los penales aumentará progresivamente.
Por Leonardo Moreno Holman Defensor Regional Metropolitano Norte.
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