18/07/2012
Cartas al director:
Prevenciones ante denuncias de abuso
En sucesivas cartas publicadas ayer y hoy por el diario El Mercurio, tanto el Defensor Regional Metropolitano Norte como el director ejecutivo del Instituto Chileno de Psicología Positiva piden discreción y prudencia a distintos actores involucrados en el tratamiento de denuncias por abuso sexual infantil.
Señor director:
La escalada de denuncias por abuso sexual infantil puede estar confirmando una realidad muy preocupante en nuestra sociedad. Este es un tema delicado que, mal abordado, puede provocar daños colaterales igualmente graves.
Las denuncias de abuso sexual tienen un problema poco habitual en los delitos: normalmente no existe posibilidad ni de prueba material ni de testigos, por lo que todo se limita al choque de la palabra del niño contra el denunciado. La inocencia infantil nos lleva a presumir que los niños hablan con la verdad, sin embargo en este tipo de denuncias hay que actuar con extremo cuidado.
En los tribunales existe una abundante experiencia de casos en que graves imputaciones resultaron ser equivocaciones o incluso maquinaciones de adultos en contra de otros adultos. En este tipo de causas resultan determinantes los peritajes realizados por expertos que deben cumplir con altos estándares, que exigen protocolos internacionales establecidos para la protección de los menores.
Esto permite evaluar no sólo las palabras, sino que también expresiones faciales, gestos corporales y todo aquello que el niño transmita. Así, se podrá apreciar si el testimonio es coherente y natural, y no aprendido o inducido por otras personas. Por eso las primeras develaciones hechas a sus padres o profesores no pueden constituir la última palabra, ya que éstos no tienen ni la capacidad profesional ni la distancia como para hacer una entrevista que permita captar lo que realmente pasó.
Por eso el manejo de los datos debe hacerse con la máxima prudencia, porque su difusión a través de la prensa puede transmitir información equivocada, generando daños irreparables a los afectados. Y esto no sólo a los adultos acusados injustamente, sino que también a niños involucrados que, en definitiva, puede que no hayan sido abusados, pero se les trate como tales.
La experiencia penal internacional da cuenta de múltiples casos en que datos surgidos de entrevistas sugestivas o revelaciones cada vez más impactantes difundidas por los medios pueden ir creando lo que los expertos llaman falsa memoria, tanto en adultos como -y más aún- en niños.
Emblemático fue para Estados Unidos el caso McMartin, en que una denuncia de una madre esquizofrénica -que lamentablemente cayó en manos de profesionales irresponsables- se transformó para los medios en excelente negocio para sus ventas. A partir de una imputación dudosa contra funcionarios del centro prescolar McMartin, la prensa escaló a un flujo de datos cada vez más escabrosos, que ayudó directa o indirectamente a alimentar la imaginación de cerca de 400 niños que se declararon abusados.
Después de un juicio de seis traumáticos años para víctimas y acusados -uno de los cuales estuvo cinco años en prisión preventiva- y a un gasto millonario de recursos públicos y privados, no se encontró ninguna prueba más allá de los contradictorios testimonios de los menores. Todos los imputados fueron absueltos.
En los casos que hoy nos preocupan, esperamos que la fiscalía esté realizando una investigación acuciosa, con profesionales especializados y con la discreción que el tema amerita para llegar efectivamente a la verdad.
Ahora que algunos medios están informando de trascendidos cada vez más espantosos, sin ninguna evidencia que confirme la información, es de esperar que los abogados intervinientes y la prensa actúeN con la misma prudencia para no revictimizar a los niños involucrados y para no acusar anticipadamente a personas inocentes.
Atentamente,
Leonardo Moreno Holman
Defensor Regional Metropolitano Norte
Señor director:
En su carta de este martes, referente a la escalada de denuncias por abuso sexual, Leonardo Moreno, Defensor Regional Metropolitano Norte, llama a la fiscalía, a los abogados y a la prensa a actuar con discreción y prudencia, para no revictimizar a los niños y no caer en acusaciones erradas.
Pero el llamado más importante debe ser a los padres. De seguro, no existe nada más vil y condenable que el abuso sexual a un menor; en especial, si lo perpetra el responsable de criarlo, educarlo y protegerlo.
Movidos por la comprensible angustia, rabia, impotencia, miedo por el daño y los deseos de justicia, los padres, sin mucha conciencia de lo que hacen, muchas veces en lugar de ayudar al niño lo terminan perjudicando.
Existe la creencia, muy difundida por la psicología popular y el cine (por ejemplo Midnight Cowboy, El Color Púrpura, Forrest Gump), de que los traumas infantiles -en especial el abuso sexual- dejan marcas imborrables y causan trastornos en la vida adulta.
Sin embargo, los estudios epidemiológicos concluyen que la mayoría de las personas se recuperan frente a los eventos adversos. Las investigaciones prospectivas muestran que los eventos traumáticos infantiles (muerte o separación de padres, abandono, enfermedades físicas, abuso sexual) tienen escasa o ninguna influencia en la vida adulta.
La resiliencia -o capacidad de recuperación emocional frente a los eventos traumáticos- es un componente central de los sistemas adaptativos del ser humano y se encuentra especialmente desarrollada en la niñez.
Conocido el abuso, lo más importante es el manejo de la situación con el niño. Lo que más deteriora la resiliencia es recordar una y otra vez el evento traumático. Los niños abusados envueltos en largos interrogatorios paternos, judiciales, médicos y psicológicos que -directa o indirectamente- les hacen revivir la experiencia, exhiben diez veces más probabilidad de alteraciones que aquellos en que padres y profesionales, con tranquilidad y criterio, los ayudan a dar vuelta la página.
Atentamente,
Claudio Ibáñez S.,
psicólogo, director ejecutivo
Instituto Chileno de Psicología Positiva.
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