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03/07/2007
Investigadores señalan que consideraciones de género en el proceso penal son fundamentales
En todos los ámbitos del proceso penal, pero especialmente en la Defensa es importante comprender las diferencias sociales y psicológicas de hombres y mujeres, de modo de entender por qué se actúa de una determinada manera.
El enfoque de género es un tema que, en los últimos años, ha ido incorporándose a las diversas áreas del conocimiento y del quehacer. Así ha ocurrido también en el área del Derecho, donde el género está siendo considerado especialmente en lo relativo al proceso penal, para explicar ciertas conductas de imputados/as y víctimas.
Para Erwin Neumann, Defensor Penal Regional, consideraciones de género son especialmente relevantes en la Defensa Penal "las mujeres exhiben patrones de comportamiento diferentes a los hombres, y ese es un hecho que en el proceso penal cobra relevancia, especialmente si nos referimos a una mujer imputada de un delito", dijo.
A modo de ejemplo, señaló que en el ámbito de la defensa "con cierta frecuencia recibimos casos de mujeres que son acusadas de lesionar e incluso atentar contra la vida de sus parejas, en un contexto de constantes malos tratos de todo tipo (...) en varios casos con el problema adicional de que las mujeres reaccionan no cuando están siendo agredidas, sino cuando el agresor está desprevenido, lo que hace muy complicado invocar la "legítima defensa" en su favor", comentó.
De ahí que la Defensa debe hacerse cargo de este contexto para comprender y argumentar el por qué del comportamiento de la imputada.
Esta teoría es apoyada por Lidia Casas Becerra, abogada, profesora e investigadora de la Universidad Diego Portales, quien señala que hay aspectos fundamentales que los defensores deben considerar cuando enfrentan casos en los que el imputado es una mujer. "Primero - dice la abogada - hay que entender que las mujeres que son infractoras de ley, muchas veces tienen características especiales que es lo que hace que puedan ser tratadas por el sistema más benignamente, lo que se llama la "teoría de la caballerosidad", pero también - en el otro extremo - con mayor dureza (...) Además hay que considerar que el Sistema Penal puede tener efectos muy diferentes en mujeres y hombres y por lo tanto es fundamental que los defensores estén muy concientes de eso", dijo Casas.
Violencia intrafamiliar y el proceso penalSi bien, en el contexto de la violencia intrafamiliar, en la mayoría de los casos son los hombres quienes agraden a las mujeres, la experta señala que no son pocos los casos de mujeres que terminan atacando a su pareja quien sistemáticamente las ha agredido a través de un periodo de tiempo prolongado, transformándose así en imputadas por delitos tales como lesiones e incluso homicidio.
Casas señala que, sin embargo, cuando los jueces valoran las circunstancias del hecho, lo hacen a partir de un estándar que no es aplicable a mujeres porque está construido a partir de las experiencias de los hombres, "y por lo tanto - dice - es deber de la Defensa destacar que ese estándar que se está aplicando no sirve, porque no recoge la experiencia vital de las mujeres", comenta Lidia Casas.
Desafortunadamente, este tipo de casos ocurren en todo el mundo, pero cada país - de acuerdo a su legislación - ofrece diferentes salidas o alternativas legales. En Estados Unidos es común que frente a esta realidad, la Defensa alegue el llamado "Síndrome de la Mujer Maltratada", que de alguna manera explica cómo una mujer que ha sido maltratada por un tiempo prolongado puede llegar a atentar contra su agresor (que generalmente es su pareja), como la única manera que ella cree posible de escapar al maltrato.
Según explica Lidia Casas este recurso aún no logra ser aceptado en nuestro sistema porque no logra ser comprendido "muchas veces los jueces utilizan el estándar de la Legítima Defensa - comenta - pero este no funciona con las mujeres porque el nivel de proporcionalidad nunca va a ser igual entre un hombre y una mujer, además las mujeres no tenemos reacciones inmediatas a las agresiones y tenemos una capacidad de aguantar - porque hemos sido socializadas para tolerar - mucho mayor que la de un hombre", concluye.
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