Sala de Prensa

30/12/2013

Julio Paillacar, trabajador del Melinka acusado de un delito que no cometió, fue absuelto del cargo de violación que pesaba en su contra:

“Después de algo así, nunca se vuelve a ser el mismo”

La Corte de Apelaciones de Coyhaique confirmó el fallo absolutorio del tribunal oral en lo penal.

Por El Divisadero.cl

En septiembre de 2013 el Tribunal de Juicio Oral en Lo Penal de Coyhaique absolvió a  Julio Paillacar Coñuecar del delito de violación del que lo acusó una joven de 21 años, que trabajaba con él en un conocido restaurante de Melinka. Hace unas semanas atrás, la Corte de Apelaciones de Coyhaique ratificó esta absolución, con lo que finalmente se cierra una amarga etapa en la vida del trabajador.

LOS HECHOS
Corría octubre de 2012 y Julio Paillacar, de 44 años -casado, dos hijos y de profesión chef- vivía en la casa de personal del restorán en el que se desempeñaba desde hacía un año, cuando una  joven llegó desde Puerto Montt a trabajar como mesera, ubicándose en la misma residencia. El 8 de octubre de 2012, casi una semana después de su llegada, la joven acusó a Paillacar de ingresar a su dormitorio y violentarla sexualmente.

Durante el juicio oral no se presentaron pruebas que apoyaran la tesis de la Fiscalía respecto de una violación y ni siquiera de una relación sexual consentida, ya que no hubo evidencia científica de ADN del imputado en el cuerpo de la mujer, ni en ropa de cama o ropa de la propia denunciante.

Julio Paillacar estuvo ocho meses con arresto domiciliario nocturno, hasta que finalmente el Tribunal Oral de Coyhaique lo absolvió de todo cargo.

La víctima, que hoy reside en Puerto Montt, se negó a viajar a Coyhaique para estar presente en el juicio oral y dar su testimonio de cara los jueces del tribunal, pese a que la Fiscalía asumía sus gastos de traslado y estadía.  Sí declaró a través de un sistema de video conferencia.

Durante esos ocho meses, Julio Paillacar perdió a su familia y, en ocasiones, las ganas de vivir. Incluso un parlamentario de la Región de Los Lagos, enterado por la prensa de este caso, pidió las penas máximas para él, condenándolo por anticipado.

Sin embargo, Julio Paillacar salió adelante y hoy busca recuperar a su esposa e hijos y sobreponerse a una acusación que dejó hondas huellas en él.

"NO ENTENDÍA NADA"

-
El 8 de octubre del año pasado su vida dio un vuelco radical... ¿Qué pasó esa  mañana?
-
Dormía cuando los carabineros llegaron a buscarme a la casa. Yo ni si quiera sabía lo que estaba pasando. Estaba en mi pieza y me pidieron que me levantara, me vistiera y los acompañara, pero no me dieron detalles. Yo pensé que habían entrado a robar en el restorán, así que les hice caso.
Cuando llegamos al retén me dijeron que quedaba detenido, acusado de una presunta violación. Yo no entendía nada y pregunté a quién se suponía que había violado. Les pedí que me llevaran a la posta para que me revisaran, les dije que andaba con la misma ropa del día anterior y que me examinara,n porque yo no había hecho nada, pero en ese momento sólo me dejaron en el calabozo. Al rato apareció un carabinero, me dijo que el Ministerio Público comunicó que a partir de ese momento yo estaba imputado por violación y que sería llevado a Puerto Cisnes para la formalización.

-¿Finalmente lo examinaron en Melinka, en busca de evidencia?
-Sí, me examinó un médico general, que no encontró nada en mi cuerpo que indicara que yo hubiera violado a alguien. Carabineros, que estuvieron presentes en el examen, son testigos de eso.

-¿Qué le pasó cuando le dijeron que estaba formalizado por el delito de violación?
-Me vine abajo. No entendía qué estaba pasando y pensaba en qué pasaría en mi casa, con mi familia, cuando les dijeran que yo era un violador. Para más, en esos días llegaba a Puerto Montt mi hijo mayor, que es carabinero. Llegaba desde Santiago, que es donde trabaja, y yo pensaba en qué le iba a decir, cómo iba a explicar esto que ni yo entendía.

-Según el relato de la joven, la supuesta violación habría ocurrido después de una convivencia la noche anterior…
-
Ocurrió que me habían ascendido, me subieron el sueldo y quedé a cargo del restorán, por eso mis colegas pidieron una especie de pago de piso. Yo acepté y les dije que después del trabajo nos juntáramos un rato en la casa. No a una fiesta, sino a conversar y compartir. Esa noche, la joven se fue a acostar como a la una de la mañana y  estaba con trago, había tomado cuatro o cinco vasos de ron.  
Yo también tomé pero no estaba ebrio. Me cuidé, porque en la convivencia estaban también un matrimonio con dos niñitos. Después que se fueron ellos me acosté y sólo desperté cuando llegó Carabineros a buscarme.

-¿Y por qué cree que la joven lo denunció, si usted no hizo nada?
-No lo sé. Yo a esta niña nunca le insinué nada. De hecho, le daba consejos. Ella siempre lloraba y con algunos compañeros íbamos y tratábamos de calmarla.

-Debe ser muy fuerte estar detenido por un delito del que no se es culpable…
-Sí. Los carabineros en Melinka se portaron muy bien conmigo. Yo creo que porque se notaba que algo no cuadraba en la denuncia y en la actitud de la joven. De Melinka me sacaron caminando al lado de los carabineros, sin esposas, para no manchar más mi imagen, ya que Melinka es un pueblo chico y todo se sabe rápido. 
Pero todo cambió cuando llegué a embarcarme en la patrullera con Carabineros de Puerto Cisnes, que me esperaban para llevarme hasta allá. Ahí me esposaron con las manos detrás de la espalda y me llevaron así, con las esposas muy apretadas. Yo casi no podía subirme a la lancha de esa manera, pero cuando reclamé me dijeron que me calle, que yo era un delincuente. Cuando llegamos me dejaron en un calabozo con las esposas puestas un buen rato.

COSTOS PERSONALES
-¿Cómo fue esa noche en la celda, a la espera de su control de detención y formalización?
-
Esa misma noche llegó mi defensor, don Sebastián Lagos, a hablar conmigo. Conversamos de mi situación y me dijo que me quedara tranquilo, que me iba ayudar. Pasé toda la noche en la celda, sobre una base de cemento, sin una frazada y sin siquiera mi parka, porque como tenía cordones que no le podía sacar, me la quitaron. Pasé mucho frío, hasta que por la mañana me llevaron a la Fiscalía. Esa noche no dormí nada. No podía creer lo que estaba pasando. No lograba reaccionar.

-¿Y su familia cómo tomó la acusación en su contra?
-
Mal. Cuando me detuvieron les pedí a mis amigos de Melinka que no les dijeran nada a mis familiares en Puerto Montt, para no preocuparlos. Si salía libre al otro día yo mismo les avisaría, pero no faltó quien llamó a mi casa y contó lo que se rumoreaba. Cuando salí del tribunal llamé a mi casa y ya no querían saber nada de mí.
Fue un balde de agua fría. Quedé solo para enfrentar esta situación, con arresto domiciliario que cumplí trabajando en el restorán en Melinka. Lejos de mi familia y sin poder comunicarnos. Pasados dos o tres meses, recién pude hablar por teléfono con ellos.
Aunque mi arresto era por la noche, yo no salía a ninguna parte, no tenía ganas ni podía. Sólo pensaba todo el día en mi familia y en que si les faltaba algo yo no podría ayudarlos. Afortunadamente, mis compañeros de trabajo y mi jefe siempre creyeron en mí y me dieron su apoyo.

-¿Qué sentimientos le provoca lo vivido?
-No le tengo rabia a esa joven, incluso le tengo pena. Ella necesita mucha ayuda, porque si no capaz que vuelva a hacerle a otra persona lo mismo que me hizo a mí.
Pero a pesar de que no siento odio hacia ella, sé que no soy el mismo. Esto a uno lo marca para toda la vida. Ya no puedo caminar tranquilo por las calles, lo que viví me persigue todos los días.

-Y su familia ¿Cómo ha vivido esta  situación?
-Yo perdí a mi familia, se destruyó. Después de la denuncia mi hijo menor se puso rebelde, peleaba con su mamá porque no me apoyaba. También se enojaba conmigo a veces, cuando hablábamos por teléfono. Tengo la esperanza de que ahora que fui declarado inocente podamos superar esto, pero hay que ver cómo se da todo. Mi señora y yo teníamos más de 18 años de casados.

-¿Cree que podrá volver a ser el mismo?
-No, esto lo cambia a uno para siempre. Porque pasan muchas cosas por la mente. Incluso pensé en atentar contra mi vida, porque estaba encerrado, muy solo, acusado de un crimen terrible. Pero pensé en mis hijos y me mantuve firme. Esto no se olvida nunca y no se lo doy a nadie.

-¿Qué significó para usted contar con un defensor público que gratuitamente lo representara en este caso?
-Significó todo. Estoy muy agradecido con mi defensor. Siempre tuve todo su apoyo. A veces lo llamaba por teléfono cuando estaba mal y lloraba por la impotencia que tenía. Él me escuchaba y siempre estuvo conmigo, a mi lado, hasta hoy que soy un hombre libre.

DEFENSA SATISFECHA
Sebastián Lagos Vera, defensor público en este caso, manifestó su satisfacción por el resultado obtenido, ya que “es un alivio que finalmente la verdad haya prevalecido. Aquí hay una persona inocente, que fue injustamente acusada en base a meras presunciones”, dijo y añadió que en el juicio oral la defensa presentó tres pruebas de ADN que avalaron la absolución de Julio Paillacar.

“No nos explicamos las razones que llevaron a esta mujer a acusarlo, pero lo cierto es que no existieron pruebas que lo  incriminaran”, precisó.

Respecto del daño sufrido por su representado, el abogado señalo que “con esta entrevista podrá contarse la verdad de mi defendido, pero difícilmente algo o alguien podría reparar el tremendo daño público, moral, psicológico, familiar y laboral que por meses sufrió don Julio y que seguramente lo marcarán para el resto de su vida”, concluyó Sebastián Lagos.

  • subir
  • imprimir
  • volver

DPP - Av. Bernardo O'Higgins 1449 Pisos 5 y 8, Santiago - Cód. Postal: 8340518 - Teléfonos +56 443 686 800 | +56 443 686 890