Sala de Prensa

09/05/2017

Sólo para las festividades como la Cruz de Mayo llegan por decenas los hijos emigrados a las ciudades nortinas

Huarasiña: difundir derechos en una localidad de 80 casas y 4 habitantes permanentes

El poblado aymara forma parte de un circuito de una docena de núcleos agrícolas ancestrales del desierto de la Región de Tarapacá.

Por Héctor Mérida C.,
Defensoría Regional de Tarapacá.

El musical nombre de Huarasiña identifica a una de las numerosas localidades rurales del desierto nortino en que sus habitantes permanentes no superan la media docena. Por eso este poblado sorprende al encontrarlo especialmente animado y con unas 40 personas que comparten animadamente el almuerzo servido en mesas callejeras, las mismas donde guardarán los folletos de la Defensoría Penal Pública, con el detalle de los derechos de las personas ante el sistema penal.

“Todos llegamos para la Cruz de Mayo”, explica Segundo Mayta Cruz, un moreno de 40 años de edad que se adelanta a saludar a quienes ingresan a la localidad, dando la bienvenida con esa mezcla de ánimo y sencillez que caracteriza al nortino.

“Hasta ahora soy el alférez y ustedes mis invitados”, precisa, mientras comienza a mostrar los sitios destacados del pueblo, entre ellos una antigua casa de adobe y una nueva edificación tipo sede vecinal que tiene un gran salón, cocina, baños y patios, y que ellos llaman rotundamente “El Parabién”.

Tras de esa recepción el alférez, que trabaja y vive habitualmente en Iquique, sin romper nunca su lazo ancestral con el pueblo en que vivieron sus padres y abuelos, se muestra recién dispuesto a escuchar el mensaje institucional sobre derechos penales y sobre la especialización en defensa indígena.

Lo mismo sucede con un par de familias reunidas en torno a su largo y relajado almuerzo callejero, quienes ponen toda su atención a las recomendaciones de la facilitadora intercultural Andrea Mamani y del conductor institucional, Hugo Bustos, quienes reparten los folletos escritos en idiomas castellano y aymara.

Todos permanecen en  el lugar esperando los últimos rituales de la 'Cruz de Mayo', tras lo cual abordarán sus vehículos para retornar a Iquique, Calama, Antofagasta o Arica, en donde viven habitualmente.

Y en el pueblo sólo quedarán unos seis ancianos, los únicos habitantes permanentes de este lugar, ubicado a 77 kilómetros de Iquique, al comienzo de la Quebrada de Tarapacá, donde unas 80 casas deshabitadas son el testimonio de que tuvieron tiempos mejores.

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