Sala de Prensa

21/12/2017

Columna de opinión:

La tragedia carcelaria

El siguiente artículo, escrito por el Defensor Regional de Arica y Parinacota, fue publicado en el diario de La Estrella de Arica.

Por Claudio Gálvez Giordano,
Defensor Regional Arica y Parinacota.

Hace poco más de siete años, 81 reclusos perdían sus vidas en el peor desastre de la historia penitenciaria de nuestro país, el incendio de la cárcel de San Miguel. Varios de ellos presos por ilícitos ínfimos, como vender cd’s piratas en la calle. Todos recluidos en condiciones de hacinamiento y precariedad inhumanos, en un recinto penitenciario que ni siquiera permitía al Estado asegurarles lo mínimo de lo que se espera sea garante: la vida y la integridad física.

¿Cuánto ha cambiado el panorama de las cárceles en Chile desde entonces? Poco. Nada. Lo llamativo de esta tragedia no es que ocurriera, sino que no ocurra más a menudo.

Hoy seguimos teniendo recintos penitenciarios que transgreden las mínimas normas de dignidad humana, tanto para encarcelados como para carceleros (las condiciones de vida de los propios gendarmes dentro de ellos dan para un artículo aparte), en que la resocialización o reinserción parecen utopías imposibles de alcanzar, con programas que con suerte alcanzan para un 5 por ciento de la población penitenciaria y porcentajes de reincidencia delictual superiores al 50 por ciento de quienes han estado presos.

Con escaso acceso al agua y baños indignos, que impiden mantener una condición higiénica mínima. Con niveles brutales de hacinamiento e inseguridad. Y todo ello con costos altísimos para el Estado.

¿Hay soluciones? Por lo pronto, el entender la privación de libertad como un último recurso, extendiendo la aplicación de penas sustitutivas y las salidas alternativas en los procedimientos penales, de modo de favorecer los cumplimientos en libertad, demostradamente más efectivos en términos de reincidencia y de costos para el estado.

Extender los beneficios carcelarios o intrapenitenciarios. Y empezar de una vez por todas a actuar sobre las causas de la delincuencia más que a ser meramente reactivos a ésta. Al menos, para empezar a hablar seriamente del tema.

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