Sala de Prensa

30/04/2018

En la Quebrada de Camiña, a 160 kilómetros de Iquique y a 2000 metros sobre el nivel del mar.

Difundiendo derechos entre los sembrados más fértiles del desierto norte chileno

Para llegar hasta parte importante de los 1.275 habitantes de este valle, hay que bajar la quebrada y caminar cuidadosamente entre sus plantíos, Eso realizó un equipo de la DPP Tarapacá.

 

Héctor Mérida C.,

Defensoría Regional de Tarapacá.

Recorriendo a pie, parcela a parcela, bajo un intenso sol, a 2 mil metros del altura sobre el nivel del mar, y en medio de uno de los valles longitudinales que son vecinos a la desértica Pampa del Tamarugal. Así un equipo de la DPP Regional cumplió con una de las jornadas de difusión en terreno programadas para este año. La incursión tuvo como escenario el tramo central del Valle de Camiña, en donde algunas decenas de varones jóvenes y mujeres de más edad, desarrollan diariamente las tareas agrícolas propias de esta zona.

Los de menos años son frecuentemente extranjeros de países vecinos, que llegan a laborar en las tareas de la tierra. Y las damas son abuelas propietarias de estas estancias, parte de las  pocas personas  que mantienen el suficiente apego como para vivir permanentemente lejos de las dos ciudades de la región.

“Yo nací aquí y , sí, hablo en aymara”, nos relata  doña Victoria Vilches, la mas joven que encontramos en nuestro recorrido. Con 68 años, está dedicada a las albores del agro y la sorprendemos poco ante del mediodía junto a otras mujeres que cuidan del avances en la preparación de los terrenos en donde siembran zanahorias y cebollas.

Poco más allá, doña Jovina Cayo nos explica que ella sólo vigila que los jóvenes a quienes tiene contratados, avancen en la sus faenas. Tiene 78 años y, aunque nació en otro valle cercano, desde hace muchos años habita en este lugar, mientras que su familia permanece principalmente en Iquique, junto a su esposo. Ella va y viene periódicamente, pero su principal preocupación son estos cultivos. Al tocarles el tema de la Justicia Penal, todas mencionan haber escuchado de eso y se muestran muy interesadas en enterarse de más detalles de boca del Defensor Regional Marco Montero y de la Facilitadora Intercultural, Andrea Mamani.

“Pero eso hay que repetírselo a los jóvenes” nos indica más tarde doña Marta Baltazar,  quien, a sus 82 años bien llevados, hace un alto a la visita en la parcela que la encontramos para invitarnos a conocer su propio terreno y el nuevo corral de animales que construyó “con un proyecto que me gané”, según explica, mientras recibe nuestros folletos con los derechos que los integrantes de pueblos originarios tienen ante la justicia penal. Ella es aymara.

Más tarde, en una pausa, nos cuenta que tiene un nieto con problemas con la justicia penal en Alto Hospicio, pero que espera que salga adelante, pues era un buen estudiante.

Así, tras recorrer un par de kilómetros entregando folletos a cada persona que encontramos en los sembradíos, los mensajes de la Defensoría quedan como en la forma de un díptico al que agregamos los datos de contacto del Defensor Regional y de la Facilitadora Intercultural, los dos personeros que esta vez protagonizaron una nueva versión de este predicar el desierto.

El Valle de Camiña, en donde se cumplió esta nueva jornada de difusión de derechos de las personas en el Sistema de Justicia Penal, tiene una extensión de 140 kilómetros con un ancho de no más de 2 mil metros en los pocos lugares anchos, porque frecuentemente esa dimensión es de alrededor de la mitad. Allí habitan 1.275 personas y se producen una docena de los más exquisitas hortalizas del norte de Chile.

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