Sala de Prensa

09/10/2013

Ignacio Barrientos Pardo, jefe (S) de Estudios de la DPP de Antofagasta

Inocencia y juicios paralelos

La siguiente columna de opinión fue publicada en el diario El Mercurio de Antofagasta.

Ignacio Barrientos, Jefe de Estudios (S) regi������³n de Antofagasta

Ignacio Barrientos, Jefe de Estudios (S) regi������³n de Antofagasta

Hace más de 60 años Francesco Carnelutti, un gran procesalista italiano, escribió “Las miserias del proceso penal”. Enunció en él una serie de problemas que se suscitan a partir de la persecución y enjuiciamiento penal. Uno de ellos es la dictación de una sentencia absolutoria por insuficiencia de pruebas.

La miseria específica en este caso es que, no obstante la absolución, el que fue imputado cargará por siempre, para muchos, con la ignominia de ser considerado culpable.

El caso del ejecutivo del Banco Central, Enrique Orellana, acusado de la violación de sus tres hijas nos demuestra cuan cierto -y actual- es lo que afirmaba Carnelutti. Después de conocerse el tercer veredicto, que lo absolvió de manera definitiva, no han faltado quienes siguen deslizando irresponsablemente que se trató de un caso en que predominaron las influencias y el dinero.

Lo lamentable de la situación es que cuando se dicta una sentencia condenatoria pocos hacen el ejercicio inverso. Es como si hubiese siempre más y mejores razones para pensar que una persona fue “mal absuelta” y no “mal condenada”, por usar expresiones coloquiales. 

En los días posteriores a la absolución del ejecutivo aparecieron varios programas televisivos con análisis sobre las dudas del proceso seguido en su contra, como si pretendiesen hacer un juicio sobre el juicio. Por supuesto, en este análisis no ha habido ningún acercamiento a lo ocurrido desde las herramientas propias del derecho procesal.

Las descomedidas y desconsideradas expresiones de muchos 'informadores', que influyen en buena parte de la audiencia, ayudan a propagar unas supuestas dudas que, con una lectura seria de las tres sentencias dictadas, más la sentencia de la Corte Suprema que anuló el segundo juicio, deberían ser descartadas.

No está demás decir que la Corte Suprema censuró hace muy poco los 'juicios paralelos' a través de los medios de comunicación, por conducir la discusión pública, respecto de casos penales, hacia conclusiones dictadas por la emotividad y el sensacionalismo.  

El proceso penal es muchas veces dramático. Carnelutti decía que era una pobre cosa. Yo sería más 'parriano', diría que es una montaña rusa. Y en el caso de Orellana seguro que lo fue.

Por Ignacio Barrientos Pardo,
jefe (S) de Estudios Defensoría Regional de Antofagasta.

 

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