Sala de Prensa

08/03/2016

Columna de opinión:

Mujeres privadas de libertad

El siguiente artículo, escrito por la Defensora Regional de Antofagasta, Loreto Flores Tapia, fue publicado hoy en el diario El Mercurio de esa ciudad.

La Defensora Regional de Antofagasta, Loreto Flores Tapia.

La Defensora Regional de Antofagasta, Loreto Flores Tapia.

Por Loreto Flores Tapia,
Defensora Regional de Antofagasta.

A propósito de una nueva conmemoración del Día Internacional de la Mujer, podemos apreciar los avances que en términos de igualdad y derechos hemos alcanzado. Por cierto, aún queda mucho camino por delante, sin embargo existe una visualización de las deudas pendientes y, en particular, de las diferencias que hay que considerar en el tratamiento de hombres y mujeres.

Lo anterior cobra importancia al visualizar las diferencias. Podemos trabajar en reducir las discriminaciones o trabajar en la inclusión. Para ejemplificar lo anterior, podemos analizar lo que ocurre con las mujeres infractoras de ley.

Si bien la ley está pensada para llegar a ser igual para todos/as, lo cierto es que es usual que sus efectos resulten diversos. Cuando una mujer queda sujeta a una medida de privación de libertad, el efecto sobrepasa la sola restricción de su libertad y dicha medida trasciende a su familia, y en especial a sus derechos de maternidad. Si ello, además, lo extendemos a mujeres extranjeras, sometidas a prisión preventiva o derechamente condenadas, podemos apreciar que trae aparejada una doble carga.

Muchas de estas mujeres -en la mayoría de los casos, sino en todos-, por graves problemas económicos deben exponerse a realizar actividades ilícitas, ingresando a otro país y en algunos casos incluso poniendo en riesgo su vida.

La situación de investigarse el delito, la consecuente medida cautelar de privación de libertad que se puede aplicar y, finalmente, en caso que la misma sea declarada culpable, la condena, trae aparejada otra consecuencia crítica, cual es la desprotección de sus hijos menores, invisibles muchas veces dentro de la problemática judicial.

Aquella situación indudablemente pone una doble carga, pues no sólo deben enfrentar en sí mismas la situación de encierro y soledad, sino además sienten la angustia de no poder generar recursos para sus hijos e indudablemente no brindar la protección hacia ellos que desearían.

Salvo excepciones, la regla general es que mujeres extranjeras que cometen delitos no cometen ilícitos violentos (robos, homicidio), sino que normalmente están ligados al tráfico ilícito de estupefacientes, por cierto ocupando el último eslabón de esta cadena, el más expuesto y el de menor retribución económica.

Detrás de cada una de ellas se puede encontrar una historia de privaciones y, por cierto, la doble angustia de estar en un país extranjero y alejada de sus hijos y familiares. Por ello, la mirada nunca puede ser igual para hombres y mujeres, pues las diferencias entre los unos y los otros pueden, por sólo ese hecho, traer aparejadas enormes discriminaciones.

Sin duda alguna, queda aún mucho por recorrer en el camino de la igualdad de derechos entre hombres y mujeres. Sin embargo, hemos avanzado e instituciones como la nuestra abordan con decisión esta tarea de brindar apoyo y defensa a todos por igual.

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