Sala de Prensa

17/03/2016

Columna de opinón:

Pupitres vacíos

El siguiente artículo, publicado por El Diario de Aysén, fue escrito por el Defensor Regional, Fernando Acuña Gutiérrez.

Fernando Acuña, Defensor Regional de Aysén.

Fernando Acuña, Defensor Regional de Aysén.

Por Fernando Acuña G.,
Defensor Regional de Aysén. 

Y comenzó el año escolar.

En teoría, la mayoría de los párvulos, niños, adolescentes y jóvenes de nuestra región retomaron sus vidas académicas, y con ellas el proceso de aprendizaje formal de una serie de contenidos teóricos y prácticos, así como de la adquisición y desarrollo de habilidades sociales y personales.

Sin embargo, hay pupitres vacíos. Espacios que hablan por sí mismos de la deserción escolar, realidad que duele al país y nos daña como sociedad.

Cada vez que vemos un niño o adolescente que abandona o es forzado a abandonar la escuela, se inicia un proceso para él o ella -y sus familias- que difícilmente tiene retorno y que lo conduce a escenarios nada auspiciosos.

Considerando además que, paralelamente, provienen de hogares o de realidades que no les permiten surgir o aspirar a una vida mejor, salvo mínimas excepciones, a la mayoría de los que dejan de estudiar se le cierran puertas e ingresan en condiciones de vulneración al mercado laboral.

Casi la totalidad de nuestros representados adolescentes no han terminado la enseñanza básica. En el caso de los adultos comprometidos en delitos graves, sus estudios quedaron truncos en etapas tempranas.

Es evidente que la escolarización es un factor protector, que contribuye a evitar la comisión de delitos, como también a aportar subsanando deficiencias arrastradas de hogares socio económicamente deprimidos.

Y aun sabiendo todo esto, alarma ver que a la mayoría de los adolescentes en conflicto con la justicia se les da el tratamiento de “manzana podrida”, son apartados de las comunidades educativas, que recurren a la segregación y expulsión, contribuyendo geométricamente a agravar las causas y los efectos de las disfunciones que protagonizan.

Paradojalmente en estas acciones hay una renuncia a desafíos educativos mayores, de integración, inclusión, perdón y reconciliación.

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