12/09/2023
Columna de opinión:
La memoria y las ciencias penales
El siguiente artículo, escrito por el Defensor Regional, Raúl Palma Olivares, fue publicado en el diario Atacama.
Por Raúl Palma Olivares,
Defensor Regional de Atacama.
El destacado profesor Iñaki Rivera nos propone que la categoría social de la memoria pueda convertirse en un nuevo paradigma epistemológico para las ciencias penales, es decir, un enfoque que reconfigure estas disciplinas de forma crítica y global.
Hoy, ad portas de la conmemoración de los 50 años del golpe de Estado en nuestro país, es necesario reflexionar sobre la memoria en el sentido resignificador que le otorga Walter Benjamin, visualizándola como una construcción social que mira la historia desde el prisma de los vencidos en tantas masacres y genocidios, con la finalidad de recordar el sufrimiento y, a la vez, como una interpelación a movilizarnos hacia el futuro y modificar activamente la historia escrita por los vencedores y su espejismo de progreso.
En el ámbito penal, desde hace unas décadas se ha dado por defenestrado el pensamiento crítico asociado al garantismo, el derecho penal mínimo, la criminología crítica y el enfoque teleológico de los derechos humanos, para dar paso a técnicas gerencialistas de la gestión del riesgo, la tolerancia cero, el derecho penal del enemigo y, finalmente, el populismo penal y su burda sinrazón, con un lenguaje y un tono belicista, de guerra contra el otro, el delincuente.
Esta deriva actual, que trastoca el fin de la pena, dejando de lado el afán resocializador por ineficiente económicamente, redefiniendo la cárcel como depósito y enfrentando el fenómeno migratorio desde la punición, es permeada porfiadamente por los estudios que se resisten al olvido y que escudriñan en los crímenes de Estado, en la violencia institucional, en las torturas, en los vejámenes intersectados por género, raza y clase, y nos conminan a retornar a la civilización como lo hacen -entre otros- el profesor Raúl Zaffaroni, que nos interpela con un “esto no se sostiene”.
Luego de todas las barbaries mundiales y su corolario en la pandemia y en el colapso ambiental, las ciencias penales deben resignificarse en torno a la persona humana y su ambiente, despojarse de su acento belicista, deconstruír la norma patriarcal hegemónica, minorar el encarcelamiento masivo y no seguir sumando sufrimiento a la violencia estructural que nos despoja de dignidad, porque no estamos en una sociedad más violenta que hace 40 ó 50 años, claro que no. Simplemente esas atrocidades no han formado parte de las preocupaciones criminológicas tradicionales.
Volver a centrarse en la persona y su diversidad plural, el estado mestizo del que nos habla Alessandro Baratta, donde nadie es extranjero, a partir de la memoria, con el lente de los oprimidos, no sólo es posible, sino un imperativo moral y una nueva forma, quizás la última, de legitimación del derecho penal.
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