Sala de Prensa

13/08/2015

En plaza de justicia realizada en la ex Penitenciaría de Santiago

Defensores penitenciarios atienden a 150 internos en la cárcel más grande del país

Cinco mil 200 internos habitan el penal, que fue fundado a mediados del Siglo XIX.

Por José Ignacio Aguirre O.,
Defensoría Regional Metropolitana Norte.

Cientos de internos que cumplen penas de privación de libertad en la ex Penitenciaría de Santiago hicieron largas filas para ser atendidos por los defensores penitenciarios de la Defensoría Regional Metropolitana Norte (DRMN) durante una plaza de justicia organizada por la Secretaría Regional Ministerial (Seremi) de esa cartera en el mayor y más antiguo recinto penal del país.

Los abogados Cristián Esquivel, Tamara Vega y Viviana González, acompañados por la coordinadora de defensa penitenciaria, Paola Invernizzi, alcanzaron a atender a 150 reclusos.

El penal cuenta con una serie de galerías, calles y módulos, que confluyen en un óvalo central , espacio que opera como su patio de esparcimiento. En ese lugar se instalaron los defensores, junto a funcionarios de otras reparticiones públicas como el Registro Electoral, la Corporación de Asistencia Judicial y Gendarmería.

Los internos, de distintas edades y condenados por diversos delitos, consultaron por los más variados temas, aunque el principal apuntaba a los abonos de tiempo para poder salir antes del cumplimiento total de sus condenas.

Internos condenados a 10 y más años de presidio agradecieron que sus defensores lograran la reducción de sus penas, por mínimo fuera ese tiempo, incluso un par de meses. Para ellos, todo cuenta para acercarse a la anhelada libertad.

DIVERSIDAD EN EL ÓVALO
Pero los reclusos no sólo consultaron respecto de materias penales, sino que también por otras preocupaciones que revelan el collage de personalidades diversas que cohabitan en el recinto penal.

Por ejemplo, un joven travesti consultó si había alguna manera de cambiar su nombre masculino -que no ocupa desde hace años- por el nombre femenino que la identifica y representa su identidad de género.

Otro interno, vestido de impecable terno y corbata, consultó sobre cómo lograr que se le traslade a la galería de los evangélicos, donde están sus hermanos en la fe. Otro expresó su deseo de ser trasladado a la cárcel de Colina I, donde existen más posibilidades de que los internos ingresen a talleres laborales, que además son remunerados.

CÁRCEL CON HISTORIA
Con el inicio de la construcción de la Penitenciaría de Santiago, en 1843, el gobierno de Manuel Bulnes dio respuesta a una necesidad social que venía incubándose desde la consolidación de la independencia, 25 años antes.

El inicio de la migración del campo a la ciudad comenzaba a sentirse, y con ella la agitación social. A las revueltas se sumaban las celebraciones ciudadanas, donde se desataban borracheras, desórdenes, robos y riñas que terminaban incluso en homicidios.

Todo ello daba origen a numerosos detenidos, que no había donde dejar. Las pocas prisiones que existían tenían pésimas condiciones, por lo que había conciencia de que se requería con urgencia un nuevo centro de reclusión.

Si bien estuvo inspirada en la prisión de Auburn -Nueva York-, bajo la idea de que los presos trabajaran con equipos para incorporarlos en la educación primaria y religiosa en busca de su reinserción social, la falta de recursos minó desde el principio estos objetivos en la cárcel santiaguina.

De hecho, al inaugurarse en 1847, sólo estaban en funcionamiento el 40 por ciento de las celdas del recinto. Así y desde sus orígenes, la principal cárcel del país tuvo problemas para desplegar su trabajo de rehabilitación.

Rápidamente se transformó en el centro de reclusión más grande del país, en que por la falta de presupuesto no se creó una guardia especial y la vigilancia se le encomendó a personal del Ejército.  

En los años '80 se cambió el nombre al tradicional penal por el de Centro de Detención Preventiva Santiago Sur, aunque desde la inauguración del penal Santiago I en un espacio anexo, la ex Penitenciaria sólo reúne a internos condenados y no imputados sometidos a prisión preventiva.

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