Sala de Prensa

13/01/2016

A veces, como en este caso, las necesidades de los adolescentes van más allá de la defensa penal

Defensora penal juvenil brindó apoyo extra jurídico a joven imputado

Terminada la audiencia la abogada Carla Saavedra asistió a su representado, intoxicado con drogas, y solicitó la intervención de Sename.

Por José Ignacio Aguirre O.,
Defensoría Regional Metropolitana Norte.

Al entrar a una de las salas de Décimo Tercer Tribunal de Garantía de Santiago llama la atención de unos 10 u 11 años. Duerme profundamente en la primera banca del sector del público. También sorprende que el magistrado Eduardo Gallardo permita esa situación fuera de orden. Más aún al saber que en realidad no se trata de un niño pequeño.

A pesar de que no sobrepasa el metro 40 de estatura y no pesa más de 35 kilos, Luis. A. A. es en realidad un adolescente de 16 años, que minutos antes compareció como imputado ante el tribunal, por una orden de detención emanada del Tribunal de Garantía de Vallenar. Como se trató sólo de un delito de hurto, el juez lo dejó citado y decretó su libertad.

Sin embargo, la defensora  pública juvenil Carla Saavedra vivió allí uno de los tantos episodios que experimentan cotidianamente los profesionales de ese equipo institucional, y que demuestran que su labor no culmina con el término de una audiencia.

LAS MEDIDAS Y EL DESPERTAR
A Saavedra le preocupaba el estado del joven, quien apenas lograba mantenerse despierto por efectos de drogas que había consumido. Al quedar en libertad, no tenía a dónde ir.

Por eso, la abogada solicitó al tribunal que permitiera a Luis dormir en la banca del tribunal y que se solicitara al Sename que lo acogiera mientras lograba recuperarse, de modo que estuviera en condiciones de volver a Vallenar.

El magistrado Gallardo acogió la solicitud, ofició al Sename y llamó a Carabineros para que trasladaran al joven. Despertarlo fue otra historia. Ni los gendarmes ni los carabineros lo lograron. La defensora pública tuvo que acudir y lo logró, hablándole suave y cálidamente, hasta que Luis abrió los ojos, sonrió y se levantó.

Ya de pie, se fue con los policías hasta llegar al carro policial, donde se acomodó y siguió durmiendo. 

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