15/04/2016
Columna de opinión:
Vendamos el sillón de Otto
El siguiente artículo, escrito por el Defensor Regional Fernando Acuña, fue publicado por El Diario de Aysén.
Por Fernando Acuña G.,
Defensor Regional de Aysén.
Existe una fuerte polémica en torno a la llamada agenda corta anti delincuencia, particularmente en cuanto se ha estimado que el Estado debe reaccionar ante el crecimiento exponencial de la delincuencia por medio de la creación de un control de identidad preventivo y el endurecimiento de las penas. Se supone que así solucionaríamos todos nuestros problemas, acabará la delincuencia y las personas dormirán tranquilamente.
Sin embargo, la casi totalidad del mundo académico, como la gran mayoría de los profesionales que ejercen en derecho penal, ha logrado consenso en que este conjunto de iniciativas sólo tiene efectos mediáticos y no contribuirá a solucionar los problemas de fondo en materia de efectividad del sistema penal.
No se trata de dar más o menos herramientas a las policías, inventar más o menos delitos, hacer las penas más largas o dolorosas, sino más bien evaluar cuáles son las verdaderas causas de las brechas del sistema, que generan miedo, insatisfacción, sensación de impunidad e intranquilidad de la población.
Por ello, resulta trascendental entender que nuestros problemas no son vacíos legales, ni el uso de triquiñuelas jurídicas, sino que son atribuibles a imperfecciones en la operación del sistema, particularmente en lo relativo a sus operadores, los intervinientes del sistema que no hemos sabido poner el foco en los jóvenes adolescentes, evitar el tratamiento inadecuado de víctimas, evitar la descoordinación de actores, la rehabilitación efectiva y la verdadera dilapidación de recursos sin que existan resultados concretos, medibles, apreciables por la población.
Por cierto, esto no es un problema de un gobierno determinado, ni de una sola institución, se trata de la responsabilidad nuestra, como agentes del Estado y productores del preciado bien de la justicia y seguridad pública.
Así, el problema nunca se resolverá restringiendo los derechos hasta llegar a un estado orwelliano, sino obligándonos a ser eficientes, rendir cuentas de nuestras responsabilidades, generando respuestas rápidas, eficientes, transparentes tanto a los hechos que generan conmoción, como también a aquellos que, pareciendo menores, afectan seriamente la vida de las personas, sus familias y comunidades. Para ello no es necesario coartar las libertades públicas.
Adicionalmente, y sobre el fondo verdadero, las causas de fondo de la delincuencia se combaten no restringiendo los derechos de todas las personas, sino con justicia social, rehabilitación efectiva, educación, salud de calidad y al alcance de todos. Es un proceso constante que tarda años en dar frutos
Ciertamente, creer que este paquete de medidas solucionará nuestros problemas como sociedad nos pone en la misma situación de aquel que pretende solucionar sus problemas familiares vendiendo el famoso sillón.
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